No anduvieron a la zaga Diego Ventura, con tres orejas en su esportón y Leonardo Hernández quien cortó dos orejas en su primer toro con un rejoneo y doma espectaculares y otras dos en el de cierre de corrida, mereciendo ambos la puerta grande del coso zamorano. Pero Diego Ventura estuvo un paso por encima de sus compañeros, no solo porque el lote de Luis Terrón se moviera algo más, pues todos los toros anduvieron justos de raza y escasa fuerza, sino porque imprimió una espectacularidad y una conexión con el tendido merecedora de estudio y conocimiento.
Diego Ventura practicó el bello arte de Marialva con decisión, entrega, arrimo, belleza, doma y espectáculo todo ello junto en la redoma de su buen hacer como caballero a lomos de una cuadra torera, tranquila, dócil, maestra.
Leonardo Hernández también cortó dos orejas a cada uno de sus enemigos y acompañó por la puerta grande a Ventura entre los aplausos de la multitud. Leonardo es la belleza personificada de un centauro, grácil y grandioso, pausado y creíble, de trazo español irrepetible, dirigido además con propiedad por su padre desde el callejón.
Leonardo Hernández, hoy por hoy disputa la corona del rejoneo a Diego Ventura con preparación, esfuerzo, entrega y saber.
Hoy creo se ha visto en Zamora el arte a caballo de ayer (Hermoso), de hoy (Ventura) y de mañana (Leonardo).
El que no estuvo afortunado, especialmente con los rejones de muerte, fue el maestro Hermoso de Mendoza. No obstante recibió sendas ovaciones del respetable, saludando desde el tercio al público cuando acabó con la vida de sus enemigos.
Los toros de Luis Terrón, descastados en general, justos de raza y con poca fuerza.
El final de la feria de San Pedro en Zamora ha resultado cuando menos diferente a otras temporadas, con un aprendizaje empresarial para corregir los errores y hacer de esta feria que vuelva a ser lo que nunca debió olvidar el aficionado: Un referente en la fiesta de toros española durante los últimos días del mes de junio.
La plaza se medio llenó en el día del patrón. De nuevo la sombra a tope y el tendido de sol desangelado con piedras casi, casi calcinadas por los 40 grados que marcaba el termómetro.
El reportaje gráfico es de José FERMÍN Rodríguez.
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