Si es que cuando no se puede, no se puede y además es imposible. Y como dice mi amigo Javier el de Pedrajas «cuando hay toreros no hay toros y cuando hay toros no hay toreros» porque, ya se sabe que cuando flautas, pitos y cuando pitos, flautas. Pues algo así pasó esta tarde soleada y apacible en la última de la feria de Cuéllar, donde se cubrió algo más de media plaza en el aforo permitido y se demoró el comienzo del espectáculo 16 minutos porque, así dijeron por megafonía, «hay espectadores comprando su entrada en taquillas». Condescendiente el Presidente del Festejo, Chema Costales, ordenó la pausa obligada para dar tiempo a que se ocuparan los sitios en el graderío, aunque los espectadores de última hora deberían ser más respetuosos con los que ya están en el interior, pues la hora fijada de comienzo de la corrida es sagrada, si no hay circunstancia adversa, y no fomentar el capricho de tardones.
Y vamos con lo nuestro que es relatar la crónica de lo visto en el querido coso de Cuéllar, en el que su Ayuntamiento actual ha puesto toda su complacencia en regular, anunciar y celebrar varias corridas de toros con solvencia, tino y acierto. Y lo hacemos echando el cierre del ciclo de verano de este 2021 donde los encierros de Cuéllar, famosos y queridos, no han podido celebrarse por aquello de la pandemia y la aglomeración de gentes, como si un encierro de toros fuera una carrera ciclista.
Para completar el ciclo taurino se ha celebrado una corrida mixta con dos toros de Guiomar Cortés para rejones y cuatro para lidia ordinaria a cargo de Diego Urdiales y de Emilio de Justo.
Gracias al centauro Diego Ventura y sus cabalgaduras la tarde no fue marcada en el bloc de notas como mediocre pues estuvo muy digno Ventura abriendo plaza. El de Guiomar quebrado espectacularmente por Diego, se aculó en tablas y ahí fue donde el rejoneador toreó consintiendo al toro, mientras los sones del pasodoble «Amparito Roca» amenizaban la faena. Un rejón de muerte trasero amorcilló al toro con lo que echó pie a tierra y lo descabelló. Dos orejas premiaron su labor. Frente al segundo, Ventura animó el cotarro templando la embestida del de Guiomar y arrancando los aplausos del respetable. Con Velasques clava arriba la zarpa y sigue con «bronce«. El toro con mayor casta, raza y recorrido, seguía al jinete quien quitó la cabezada de cuero al caballo. Espectacular el mordisco. Cerró su faena montando a Guadiana clavando las cortas y dos rosas. Pinchazo y rejón en dos tiempos, premiado con una oreja. También asomó el pañuelo azul para el toro como exagerado premio, aunque aburridos como ostras por lo que se había visto en la lidia de a pie, todo se dio por bien empleado.
Los diestros toreros hoy no han oficiado en el altar para el público ni faena, ni lance, ni ligazón. Han cumplido el trámite y aquí paz y luego gloria y que si quieres arroz, Catalina.
Urdiales ante el flojo primero, muy protestado por la concurrencia. Necesitaba el toro una bombona de oxígeno. Urdiales poco pudo hacer. Suplió con oficio la escasez de fuerza del morlaco. Ante el quinto tragó árnica Urdiales. Intentó someter la incierta embestida del quinto de la tarde con oficio y entrega pero embistió dando cabezazos y avisando al torero que casi se lo echa a los lomos. Pinchazo y media en buen sitio terminaron con la faena de Urdiales.
Emilio de Justo le tocó otro toro descastado y sin fuerza. Un marmolillo. El aburrimiento hacía mella en la boca porque no se veía ni una faena. La voluntad de Emilio de Justo frente al manso que solo tiene nobleza y eso que se llamaba carisma, pero no de bravura ni emoción, lo despenó de estocada, entera y descabello recibiendo el silencio por su labor. En el que cerraba plaza, un ensabanado sustituto del devuelto por flojo, de bonito solo en la fachada del toro, mosqueado, pellejo raro y hermoso, y la intrepidez de un picador dando leña antirreglamentariamente al ejemplar en el centro del ruedo sin que luego en la faena De Justo pudiera ni sentir el calor del público ni sentirse él como diestro torero.
En fin, Una corrida hermosa sobre el papel pero nada entre dos platos en su realidad y desarrollo, saliendo con la decepción pintada en el rostro, aunque sin llorar de emoción por una tarde salvada por el rejoneador Diego Ventura. Y no digo más.
FICHA DE LA CORRIDA
Cuéllar. Última de Feria del verano. Media Plaza.
Toros de Guiomar Cortés para rejones y cuatro de Manuel Blázquez, nobles, flojos, sin fuerza, descastados.
Diego Ventura, dos orejas y oreja.
Diego Urdiales, saludos desde el tercio y silencio.
Emilio de Justo, silencio y silencio,
Sobresaliente Salvador Ruano.
REPORTAJE GRÁFICO: José FERMÍN Rodríguez
Deja una respuesta