Frecuentemente se nos llena a todos la boca preguntándonos el por qué los espectadores no acuden a los festejos de toros, al menos en el número adecuado para que sea rentable a los organizadores o al menos merezca la pena el apoyo pecuniario a una profesión de arte y valor como es la de torero.
Quiero detenerme hoy en el comentario ante los festejos menores, es decir de novilladas sin caballos, que casi, casi han sido proscritos del calendario taurino, pese a ser el único elemento digno de formación, escaparate y preparación para quienes quieren abrazar esta alocada profesión, dura y entrañable, difícil y complicada que es la de ser torero.
Aquí mismo hemos recibido el cartel de un pueblo de Almería como es Roquetas de Mar que ha preparado novilladas sin caballos para que veinticuatro chavales de las escuelas taurinas de Andalucía puedan mostrar sus valores ante los erales de diversas ganaderías y que la organización ha decidido abrir puertas de los tendidos para que los aficionados, espectadores y público en general acudan a presenciar las mismas de forma y manera gratuita. Salvo que una organización, sea municipal o regional apeche con los excesivos gastos que conlleva la organización de festejos de toros, esta actividad es más que encomiable y digna de aplauso cuando son particulares quienes deciden dar el paso adelante y poner en marcha el espectáculo.
Antes estaba el aficionado quien con su entrada abonaba los gastos y producía el beneficio, bien es verdad que para ir tirando, a quienes echaban «la pata alante» en la puesta en marcha de un festejo.
Llevar al espectador a un tendido a que presencie una novillada de las denominadas de promoción de chavales noveles está más que demostrado que ni regalando la localidad se acude. Y todo porque como no sé quién lo dijo «los aficionados a los toros caben en un autobús» y a lo que se ve aún sobra alguna plaza.
No hay afición a las corridas regladas, profesionales, por muchas razones, prolijas en el análisis: Que si se ha acomodado la fiesta; que si los toros salen sin fuerza ni empuje; que si el mono encaste; que no hay emoción; que es sota, caballo y rey; que si se lo llevan crudo; que han echado al aficionado… Cuando menos va a haberla en estos festejos menores para cuantos empiezan en la Tauromaquia y se preparen, conozcan el oficio, les sirva de enseñanza y les suponga un revulsivo en su actuación futura.
La afición languidece; los toreros de arriba se preocupan poco del futuro; los de abajo rezongan y sufren en silencio los abusos, desprecios, idas y venidas de gente con pocos escrúpulos que creen tener una mina de oro a su disposición. Pero eso se acabó o está apunto de terminar. Y mientras tanto, el público joven acude en masa y por millares a las talanqueras de los pueblos para ver un toro en puntas que corre y embiste libre por la calle, lo que demuestra que la Tauromaquia sí es apreciada y querida por el pueblo.
Desde algunas organizaciones y apoyados por quienes románticamente aún creen en la revitalización de la Fiesta, conforman su trabajo con los pies en el suelo haciendo cuanto pueden y más por ella, el apoyo a los que empiezan persiste todavía, pero si los espectadores, el público, la televisión, dan la espalda a los festejos, poca esperanza queda en el horizonte.
Foto: José SALVADOR
Fernando dice
Más bien habría que decir que no hay público en las plazas, que no se llenan lo esperado; porque afición hay mucha. Cosa diferente es que se consiga meter a esa gente en la plaza. Son muchos los factores pero no hay que ser pesimista: cuando las cosas se cuidan, cuando se hacen bien, cuando la gente puede pagarse una entrada…entonces las plazas se llenan.
Torero dice
Lo han jodido todo los profesionales del toro porque el único que mueve masas es D. José Tomás el resto es un atraso