La segunda novillada del «Piñón de España» de Pedrajas de San Esteban no pasará a los anales de la historia de la bella localidad vallisoletana como una de las lidiadas por su bravura, pujanza, raza y acometividad. Nada de eso. Los novillos de los Hermanos Martín Tejedor, con romana, prácticamente toros hechos y derechos han hecho pasar auténticos tragos a quienes se han enfrentado a ella. Estos animales han sido ásperos, con genio, bien presentados cuatro de ellos y otros dos despitorrados, uno de los cuales estuvo echando sangre por el cuerno durante toda su lidia y apareció en el ruedo además con dos cornadas, una en la paletilla y otra un puntazo a la altura del ano con colgajo incluido. Algunos de ellos, como el lidiado en tercer lugar, armado, avisado, manso y con peligro echó mano al subalterno David Sánchez en un arreón junto a las tablas sin que el peón pudiera ni desplegar el capote. A consecuencia del percance fue atendido en la enfermería de la plaza de una cornada en la zona inguinal y golpetazo en el cuello por la caída. Fue trasladado al Hospital de Medina del Campo.
Dos tercios de plaza convocó este segundo festejo del «Piñón de España» que lleva organizando el ayuntamiento pedrajero y Simón Caminero en su XVI edición en una tarde espléndida de luz, sol y calor justo que no enturbiaba demasiado el seguimiento en los tendidos. Y a esta novillada trajeron a tres muchachos: Jesús Gómez «El Roque, aplausos y una oreja; Ricardo Maldonado, oreja y aplausos y Jorge Expósito, silencio y silencio tras aviso.
Y vamos al relato de lo sucedido en la plaza pedrajera donde no faltó la emoción por el riesgo que se palpaba en el ruedo, merced a la presencia de los novillos medinenses, grandes, cuajados, tíos para que se me entienda. Tanto es así que la emoción, también las protestas de algún acompañante de los novilleros, los exabruptos contra los autores de esta adquisición y también el corazón encogido por la emoción de palpar una novillada de aficionados. Pero como suele suceder, si hay toros no hay toreros y si hay toreros no hay toros.
La verdad que Pedrajas de San Esteban cuidaba y mucho su «Piñón de oro», certamen para novilleros que atrae a quienes quieren ser toreros, pero siempre los animales son de trapío más que considerable. Con decir que hemos visto bastantes corridas de toros con animales más pequeños y escurridos que los vistos hoy en Pedrajas, está dicho casi todo. Pero en fin, así son las cosas, y si los novilleros no tienen demasiado oficio, entonces puede rondar la tragedia, la desazón y lo desagradable entre quienes acuden a presenciar la novillada.
Los toros de Martín Tejedor, han ido de la siguiente forma: El primero un tío con toda la barba, con un pitón izquierdo imposible. Tuvo división de opiniones en el arrastre. El segundo, más noble, playerito, y aplaudido en el arrastre, metió bien los riñones en las varas. El tercero, un manso con peligro, bien armado, geñudo, metió el miedo en toda la plaza y más a quienes se enfrentaron a él. El cuarto, con más de media tonelada de peso a ojo de buen cubero, romo de pitones y desrazado. El quinto, romo y con arreones de manso, salió del toril con los dos puntazos antedichos sangrando. Y el sexto, un toraco, hecho y derecho, bien armado, que se dejó torear por el pitón derecho.
Y vamos con los chavales que bastante han tenido hoy con soportar ese trago y llegar indemnes a su casa.
Jesús Gómez «El Roque» es un torero valiente y entregado en su oficio pero que no tiene tranquilidad ni temple, moviéndose en exceso. Ante el que abrió plaza, magistralmente lidiado por Suso con torería y sentido de lo práctico, lo toreó el de la Alberca cruzándose y muy dignamente. Prácticamente desarrolló la faena por el pitón derecho al marcarle y avisarle , tras vencérsele por el izquierdo. Logró media estocada en buen sitio pero el puntillero anduvo a dale que te pego, y hasta la quinta no pasaportó al animal. En su segundo, brindado al público como el primero pero desde el tercio en vez desde los medios, estuvo con voluntad pero eso sí, siempre voluntad en movimiento. No obstante, tras la estocada, recibió una oreja gracias al apoyo y bullanguería del grupo de peñistas que se encontraban en el tendido con una pancarta.
Ricardo Maldonado, el de Valladolid, empezó con el capote dándole al burel tres verónicas y sacándole a los medios con gracia, espaciosidad y soltura. Toreó Maldonado suave, alargando el viaje de la embestida del novillo, posiblemente el mejor del encierro. Con la izquierda estuvo templado en dos series y un remate por bajo con cierta gracia. Una casi entera y dos golpes de descabello le hicieron acreedor de una oreja. En el segundo de su lote, bastante hizo con intentar ahormar al animal haciéndole bajar la gaita. El toro no tuvo embestida franca, sino que daba arreones de mansurrón y de embestidas inciertas.
Completó la terna Jorge Expósito, torero alto y espigado, que lo intentó con el más complicado de la corrida, tragando quina y superando el miedo que se había extendido ya por todo el callejón. Su faena fue prácticamente de macheteo por la cara, doblándose con él y pasaportándole de una casi entera. Por contra en el que cerraba festejo, un pedazo de toro, al que bien le pudo ahormar con una entrada más al caballo, pidió el cambio con un puyazo y le instrumentó con la muleta una faena valentísima, llena de interés y de emoción. Ahora bien, el fallo con los aceros, al pinchar reiteradamente le quitó el triunfo que se había ganado por decisión y buen hacer.
En resumen, casi esta novillada era más propia para gladiadores del toreo que la pastueña, bobalicona y dulce embestida de los toros de moda. Al final, y a la salida, la expresión mejor recogida fue: «Así son los toros».
Fotos: José SALVADOR.
PREMIOS DESIERTOS
Según nos comunican desde Pedrajas de San Esteban, el Jurado ha declarado DESIERTO el premio al mejor novillero y galardonado con «El Piñón de España». El criterio del Jurado ha sido adoptado por unanimidad. Ninguno de los seis muchachos que han intervenido en este ciclo de novilladas con caballos se ha hecho merecedor a este popular y prestigioso galardón.
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