Nadie discute la dureza de la profesión taurina, máxime ahora en estos momentos cuando parece que las fuerzas opositoras a la misma se han multiplicado no ya en número excesivo sino en las apariciones en medios de difusión, contando sus algaradas, hablando de sus logros, impidiendo y atacando desde sus poltronas políticas de ayuntamientos, comunidades y ahora con la perspectiva futura desde el gobierno. De manera que parece como si una lluvia persistente, dura y rebelde cayera en tarde de toros sobre gentes, cerrojos, puertas y alberos para impedir su celebración completa.
Este año que termina en unos días y con la temporada que viene presta a dar su pistoletazo de salida, reparando ternos, afilando estoques, puliendo monteras y zapatillas, repintando monas y arreos de cuero, colocando los útiles en perfecto estado de revista y entrenando el cuerpo en el ejercicio físico y en toreo de salón y el espíritu entre el ideal y la fe, ha presentado un balance más que positivo. De nuevo se contabiliza un crecimiento significativo de espectadores que acuden a la plaza, adquieren un tendido y se interesan por el devenir de la fiesta, por su evolución y por conocer las nuevas figuras emergentes que arrean de firme y garantizan una pugna sana en la emulación del hacer torero.
Algunos ayuntamientos han impedido desde sus opciones políticas, siempre de izquierdas como si la izquierda no tuviera nada que ver con la Tauromaquia y su historia, celebrar fiestas toreras, correr toros, adaptando el recurso y los apoyos de los lobys animalistas en esta campaña antitaurina. Creen que así obtendrán más rédito político de sus opciones, pero llegará el momento en el que el toro bravo les zarandeará como dominguillo tentetieso entre las risas y carcajadas de tantos espectadores como observan.
Ante el horizonte de la nueva temporada, sigue el duro batallar taurino en este ruedo de las Españas, histórico, único e irrepetible, en el que el juego eterno del hombre con el toro marca un nuevo año de expectativa, de tensión, de incertidumbre… Pero hay que sobreponerse y continuar con ilusión, grandeza de miras, pasión, belleza y arte para una fiesta incardinada en lo más profundo del corazón del pueblo y de todos los taurinos, haciéndola cada vez mejor, más atrayente, más grande, hermosa y más libre.
Foto: José SALVADOR
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