Hay un momento emocional para algunas personas en cualquier festejo taurino como es recibir el brindis de un torero, ofreciendo su faena a la personalidad del elegido, bien sea amigo, conocido o señalado por las circunstancias de la vida.
A lo largo del corto período de tiempo que llevamos en esto de la información taurina, hemos visto muchos brindis de los toreros a personas que asistían bien en el tendido o acogidos en los burladeros del callejón, en los cuales se manifiesta sin duda alguna el cariño, el reconocimiento, la emotividad y especialmente sentirse agradecidos por la labor hecha en cualquiera de las facetas de su vida hacia el torero.
Personalmente, tengo que decir que a mí me han brindado cuatro toreros uno de sus ejemplares y, desde el primero que recuerdo con especial cariño, a cargo del novillero del Tiemblo Pedro Cabrero, hasta el último de Álvaro García, a uno le embarga la emoción por el detalle. No me olvido del de Pablo Santana en Roa, ni del de Sánchez Vara. Todos ellos los guardo en mi recuerdo y los aprecio en su justa medida.
Sin embargo, hace unos días presencié uno de David Fandila a un empresario abulense en la corrida teresiana de Ávila que pudimos captar en toda su extensión, recogiendo y oyendo perfectamente las palabras que le dedicó el torero al homenajeado, alegrándose a la vez el mismo diestro «por la recuperación y lucha en su enfermedad del brindado«.
Oímos al Fandi explicar su razón para el brindis a Venancio Andrés, un empresario taurino de reconocido prestigio por esas plazas de Dios y del fantástico Molino de la Losa y en consecuencia pudimos captar para nuestro recuerdo el momento desde la perspectiva de uno y otro: El que brinda, sonriente y tranquilo y espontáneo. Mientras, el brindado, emocionado recoge la montera y agradece el gesto.
Si, por el contrario, el ofrecimiento es al público todo, presente en el tendido, hecho desde el centro del ruedo, es un preanuncio de la faena meritoria que piensa ejecutar el diestro, ante las buenas condiciones del toro.
El anecdotario taurino está lleno de brindis y dedicatorias toreras a espectadores o espectadoras, unas graciosas e hilarantes, otras atrayentes y emocionales. En todo caso, sinceras y marcadas con la esperanza y la pervivencia de una amistad. Por eso nunca se suele olvidar el brindis de un torero.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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