O al menos dejarlo en una cantidad simbólica, pequeña, reducida, si se quiere salvar el aspecto más importante de la fiesta de los toros que no es otro que el de la proliferación de espectáculos públicos. Bien es verdad que los propietarios de los cosos taurinos, ya sean diputaciones, ayuntamientos, maestranzas o gobiernos regionales tendrían que realizar un esfuerzo no solo de comprensión sino de una decidida actuación de apoyo pues hasta ahora han engordado sus cuentas de resultados de manera más que infamante a costa del toreo y su mundo.
Y si a eso añadimos los regalos a los que se obliga a la empresa adjudicataria entregando un número de entradas y palcos detallados por día, la vergüenza es cada vez mayor. Por ejemplo en Zaragoza se han de entregar gratis et amore 600 entradas de las caras el día que la Diputación elija para obsequio de concejales, políticos y alcaldes que pueden acudir al festejo sin pasar por taquilla. Calificado por algunos medios como «algo propio de la Baja Edad Media» y para las vaquillas y espectáculos populares, más del diez por ciento del aforo: 1.500 entradas gratuitas diarias.
Esto es una sangría que se hace a las empresas adjudicatarias de las ferias taurinas pues si los políticos de turno que quieran acceder al coso pagaran su entrada religiosamente, tal vez todo volvería a ser más normal. Estas actuaciones a las que se obliga a los empresarios está grabada a fuego en el refranero: «encima de cuernos, penitencia».
Viendo el último pliego que se ofrece con la plaza de Zaragoza habría que concluir diciendo a la Diputación que si ve tantos ingresos y tanto lucro cesante, por qué no se mete a organizar esa institución el espectáculo, en lugar de pedir a una empresa que lo haga. «Si la Diputación quiere eso, que organice programe y costee esos festejos y no juegue a la hipocresía de dar gusto a unos cuantos que le pueden gritar a la hora de entrar sin pagar a la plaza».
Y ahora vamos también con los pases de favor a los que tanto se recurre no solo en los toros sino también en el fútbol, en otros deportes, actuaciones musicales, actividades en los que los pases de prensa y acreditaciones diversas se disparan por encima de la ley y el orden. Aquí, casi todo el mundo es periodista, crítico, fotógrafo, locutor de radio, cámara o ayudante de cámara y un número demasiado elevado es el que solicita el pase de favor en cada festejo. Ya no discutimos si luego la crónica es más o menos acertada, si tiene mejor o peor sustancia, o solamente la incluyen en una referencia mínima y, hasta otra cocodrilo.
En España existe la vieja costumbre, inveterada costumbre, de pedir de entrar por la cara como se dice vulgarmente en los espectáculos. Así lo han hecho a lo largo del tiempo guardias, policías, periodistas, políticos, amigos del alcalde, concejales y listillos que ni hacen ni dejan hacer.
En fin. Creo que el canon de las plazas debería desaparecer pero también esos abusos de entradas de baracalofi sobre todo aquellos quienes tienen además posibilidades económicas de adquirir una entrada pasándose por la taquilla. Aunque eso, me temo que las empresas ya lo cargan en otros capítulos de su cuenta de resultados.
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