No hay por donde cogerlo. Los complejos, la ausencia por defender con uñas, razón y dientes la actividad taurina hacen que la mayoría calle ante atropellos de una y otra forma a la causa taurina, no viendo que la ola a ellos también les llegará y mojará los pies por muy alejados que estén de la orilla de batirse el cobre todos los días frente a intolerantes, políticos con animadversión a la causa taurina por su intransigencia inflexible.
Llegan los carteles marcados por la supresión del festejo taurino en Baza anunciado para el día 15, festividad de Nuestra Señora, de la trupe de «enanitos toreros» denominada «Diversiones en el ruedo», ese grupo de profesionales taurinos llenos de ilusión, ganas de trabajar y deseosos de mostrar cuanto ellos mismos saben hacer para divertir a chicos y grandes. Y por medio las declaraciones de ministras que dicen el espectáculo debe ser prohibido para que no se rían de los enanos.
Aunque conociendo el paño, ellos ahí están defendiendo con uñas y dientes su trabajo.
También y casi a la vez presentan en Madrid «la copa» Chenel de espectáculos taurinos para los toreros, como si el arte de torear fuera una disputa de competición deportiva entre toreros por ver quién mete más goles en la portería contraria. Desafortunada de todo punto la denominación y tal vez porque quienes lo llevan a efecto se tientan antes la ropa para agradar a quien los toros les importa un bledo, pero que al tener cargos políticos que deciden de la vida y obra de los demás, doblegan sus intereses, esconden su orgullo y apaciguan, creen, a los enemigos de la Tauromaquia.
En los pueblos siguen sin decidirse a autorizar encierros de toros por sus fiestas patronales en calles y campos por aquello del contagio, a causa de la concentración humana y por mil y un pretextos que se colocan ya en la portada del libro de la convivencia y de la gestión. Hasta la fecha no ha habido ningún encierro de reses bravas en dos temporadas por las calles, con lo que se puede completar que los toros no han sido causa de propagación de la enfermedad. Ya veremos a ver ahora en cuanto empiece la liga de fútbol a ver qué tratamiento dan estas mismas autoridades para impedir las concentraciones humanas y los contagios entre las personas.
Los festejos taurinos tradicionales, como el desaparecido Toro de la Vega de Tordesillas, el enmaromado de Benavente, o el de fuego de Medinaceli, han ido cayendo como fichas del dominó del libro histórico y tradicional de la Tauromaquia, siendo aceptado su final sin mayor protesta ni voces destempladas. Por eso esta actividad está en declive y solo la están sujetando cuatro valientes que rompieron el marco y decidieron dar toros cuando todo eran abandonos y silencios. Menos mal que siempre nos quedará Francia.
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