Denominan los expertos en esto de la tauromaquia como cartel de «mediáticos» a los componentes de la terna que lidiaron en Zamora una corrida de toros con motivo de las ferias y fiestas de San Pedro, patrón de la ciudad: Cordobés, Rivera y El Fandi. Y dicen eso seguramente por la atracción que despierta su presencia y la influencia que ejercen en las personas para adquirir una entrada y acudir a la plaza, especialmente entre aquellos que entendemos poco o casi nada de toros. La verdad es que, a mi juicio, mal puesto está el apelativo porque a fuer de ser sinceros ellos son hombres también, compañeros del escalafón toreril, que saben que cada tarde hay que salir a dar cuanto se pueda ya sea de arte, de emoción, de entrega en una palabra y que en esto del toreo ya casi está todo dicho y redicho.
La tarde elegida por la empresa madrileña adjudicataria de la feria, climatológicamente, sin un pero, de sol y moscas; luz y claridad a raudales; ambiente de peñas en los tendidos de sol y llenas las localidades de sombra, sin llegar a las tres partes de entrada en general, con la premura del, este sí, «mediático fútbol de la selección» para correr un encierro de cuatro ejemplares del hierro titular anunciado de San Miguel y dos que remendaron la corrida de Marí Carmen Camacho, lidiados en 2º y 6º lugar. Los toros de San Miguel, parados y con poca fuerza, salvo el tercero bravo y encastado que derribó al picador De Dios Quinta y destapó la torería de un monosabio en la protección del caballo y los dos de Camacho, ensillado el primero y con poco fuelle, en tanto el castaño, flojo, que cerró la corrida cambió de comportamiento en cada tercio.
Si hubiera algo que destacar en esta corrida zamorana sería la actitud de Manolo Díaz El Cordobés para meterse en la talega a las peñas del sol y a parte del público que pidió las orejas del primero de la tarde, tras realizar el diestro una faena de cara a la galería con salto de rana incluido, desplantes temerarios, amplia sonrisa y consiguiendo que un toro embistiera a la muleta sin querer hacerlo. Una estocada en todo lo alto y el toro patas arriba, griterío, bullicio,algarabía, pañuelos… ¡dos orejas!. En el segundo de su lote, que se llamaba «ajito» con 470 Kilos de romana vino la anécdota de la tarde en el brindis que dedicó a la alcaldesa de Zamora, presente en una barrera del tendido. Decidido Manuel se fue y le dijo a la edil: «Señora Alcaldesa, tengo el gusto de brindarle la muerte de este toro por el apoyo decidido que usted hace a la fiesta de los toros. Muchas gracias, señora. Va por usted».
Como la faena no pudo desarrollarse, pese a intentarlo, con el marrajo toro, cuando acabó con su vida y se dirigió de nuevo a recoger su montera, le dijo a la señora: « Sra. Alcaldesa, éste ha estado un poco peor , ha sido mi oposición porque ha sido malo, como los que tiene usted enfrente, habría que hacerle como los funcionarios a los que usted ha bajado el sueldo». Y todo expuesto con una amplia y generosa sonrisa, arrancando las carcajadas de quienes oyeron sus palabras.
Rivera Ordóñez estuvo afligido en su lote, banderilleó él mismo al primero y se enrabietó con el segundo al que tan solo pudo arrancar un par de series de poca enjundia. Francisco parece como si estuviera cansado de torear, con poco sitio y sin despegar en sus faenas pese a intentarlo. Querer sin poder sería el resumen de este hombre, agradable y simpático con el público que quiere retratarse con él, pero que empieza a dar tumbos en las plazas de toros, porque torear, la verdad sea dicha, torea poco. Silencio y aplausos fue su corta cosecha en Zamora.
Y cerraba cartel David Fandila, El Fandi, el atlético y deportista Fandi que pone banderillas, se echa de rodillas, y se muestra poderoso con la lidia de sus toros. Entregado siempre a carta cabal, comenzó su trasteo de rodillas, con valor y entrega. Luego una faena con torería y tras la misma, le recetó al primero una estocada en todo lo alto, en los rubios, por lo que recibió una oreja. El público también aplaudió al toro cuando las mulillas lo llevaron al desolladero. En el otro un colorado distraído y flojo al que colocó tres pares de banderillas y al que despachó con una estocada y cuatro golpes de verduguillo tan solo estuvo aseado.
En fin, luego sin acabar la corrida, y cuando se lidiaba el sexto de la tarde, muchos chicos de las peñas abandonaron el graderío porque era la hora del fútbol y querían ver a España, dando una sensación de poca seriedad y respeto al torero que lidiaba en ese momento. Pero ya se sabe que donde hay mozos hay fachenda y donde mozas alegría y donde viejos setentones sermones todos los días.
Resumiendo, hay que destacar que EVENTAURO la empresa de Cipriano Hebrero ha encontrado la forma de ganar Zamora no ya en un cuarto de hora como lo ha hecho el Cordobés ni en una hora como canta el romance, sino con el esfuerzo notable, el trabajo bien hecho y una programación acorde a las disponibilidades económicas. Abraham Corpa, David y Alberto Hebrero y todos cuantos han hecho posible esta feria taurina 2010 en la ciudad de Doña Urraca han sabido hacer dignamente su trabajo. Por eso, Cipri, puedes quitarte ya el sombrero con el que te ataviaste la mañana de San Pedro en los corrales de la Plaza de Zamora, pues has entendido perfectamente, pese al estreno, a la plaza y a la afición.
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