Volvió ayer a la plaza de las Ventas el rubio novillero francés Clemente para despachar un encierro de Guadaira elegido para la ocasión, compartiendo cartel con Miguel Ángel Silva y Fernando Rey, tras su paso por el mismo escenario cuando la primavera daba sus últimos coletazos y alboreaba el verano en Madrid. Clemente a quien dirige el profesional vallisoletano Carlos Zúñiga, un hombre ligado al negocio taurino en la llevanza de plazas y organización de festejos, tampoco pudo concluir la lidia al resultar con una luxación en su brazo izquierdo como consecuencia del golpetazo del novillo «Pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia. Fdo: Dr García Padrós«.
El novillo «disgustado» de Julio de la Puerta, que salió como sobrero del titular puso una vez más el ¡ay! y la cortapisa en su evolución torera al novillero francés, dañándole en los huesos y en sus siguientes compromisos hasta que se restablezca de nuevo y el tajo de cada día abra otra vez lo habitual en la preparación técnica, artística y profesional de un torero.
Clemente ha tenido una temporada 2015 con más luces que sombras, por aquello de disponer de oportunidades en los mejores sitios y plazas para exponer su toreo y no haber roto definitivamente, ni echado la «pata alante» como se dice en el argot, cortando la estupenda perspectiva y evolución que venía dando este torero francés en anteriores épocas.
Cierto que otros novilleros, menos afortunados en padrinazgos y oportunidades, no han tenido las de estos elegidos por la vida y señalados, pero el grito de dolor ayer en el buen torero francés, desgarro emocional, roto y desvencijado para seguir en la tarea, viene captado en toda su intensidad en la fotografía de Paloma Aguilar. No es solo el dolor físico por huesos descuadernados a consecuencia de un golpetazo, es el grito de la impotencia, del estancamiento, de la nula superación y de la extraordinaria dificultad que supone llegar a alcanzar una cima, un sitio en el mundo del toro, pues aunque muchos medios se pongan al servicio de la causa, sin embargo, la realidad coloca a todos y cada uno en su propio sitio.
Mi deseo es que Clemente se restablezca pronto, vuelva de nuevo por sus fueros de sosiego y tranquilidad sin el agobio de pensar que cada tarde de toros es la última, para mostrar sus agraciadas maneras y supere, viéndolo como un mal trago, un mal sueño, las cortapisas y dificultades que pone la vida en el camino de cada persona, máxime en los toreros cuya vida y profesión no es dulzura y días de vino y rosas por más que nos empeñemos.
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