A falta del festejo de rejones de mañana, el abono de las corridas de Valladolid con diestros toreros cerró esta feria con otra puerta grande, esta vez para el granadino David Fandila, quien cortó dos orejas, una en cada toro de su lote. Completaban la terna Paquirri quien fue ovacionado tras ambos trasteos y el torero de Salteras Manuel Jesús «El Cid» que logró una oreja en el quinto de la tarde.
Se lidiaron seis toretes de García Jiménez, terciados, chicos y con escaso trapío, pero repetidores en general. Alguno de ellos fue pitado de salida, la verdad es que por no demasiados espectadores por su presencia anovillada y dos de ellos lidiados en tercer y quinto lugar, aplaudidos en el arrastre.
Una de las cosas destacada en esta corrida presenciada por poco más de la mitad del aforo de la plaza, con calor y algo de viento que obligó a echar los papeluchos en el ruedo para ver en donde descansaban mejor, fue la intervención de la Banda de Íscar que ameniza el espectáculo. Las piezas del pasodoble han sonado soberanamente bien y la batuta de su director, José Luis Gutiérrez, marcó el compás del derrame de armonía a todos los instrumentos de la agrupación musical iscariense.
Abrió plaza Paquirri, más dedicado a ir y a venir saludando por el callejón a las personas que lo llamaban y demandaban sus autógrafos, su sonrisa o sus poses para una fotografía, que a torear con temple y mando. Banderilleó su primer ejemplar y lo toreó con la muleta muy distanciado en los embroques, pasando demasiado aire entre su cuerpo y el toro. Luego los desplantes al toro y los cites mirando al tendido tal y como hacía su padre para arrancar la ovación fue todo lo que dio de sí la faena. Una estocada trasera y a recogerse. Algo parecido sucedió ante el manso cuarto, al que pasaportó con un pinchazo hondo en el sitio y un golpe persistente de verduguillo, en la misma puerta de toriles.
En segundo lugar actuó el zurdo Cid que tiene una mano izquierda privilegiada dando unos naturales en el medio muy estéticos y aseados. El toro que había dado un arreón al caballo del picador, derribándolo y levantándolo, pese a escasa fuerza y trapío recibió una estocada infame, que hizo guardia, un auténtico bajonazo. No obstante los aplausos surgieron cariñosos entre los espectadores, saliendo el diestro al tercio a saludar.
En el encastado quinto recibió una oreja, tras brindar al público, y cimentar su faena con la mano izquierda. La estocada pese a ser delantera no le privó de que el palco le concediera el premio de su enemigo, hoy más amigo que nunca.
Y completó la terna el atlético y honrado Fandi quien se echó de rodillas en el tercio para darle dos largas de recibo al torete de García Jiménez y llevar con chicuelinas al paso hasta el caballo al ejemplar. Luego, solicitado por el público, banderilleó con holgura poniendo tres pares y un cuarto por los adentros muy aplaudidos por el público. La faena la empezó de rodillas y la acabó con una estocada caída por la que recibió una oreja.
En su segundo, feo y acapachado toro, pero encastado y el más bravo del encierro, que cerraba feria de a pie y corrida, Fandi fue achuchado en el tercio de banderillas, cuando al colocar muy cerca de la barrera los rehiletes, el animal le persiguió y tuvo que tomar el olivo con agilidad. Luego su faena variada de muleta y la estocada le hicieron acreedor de otra oreja por lo que la puerta grande se le abrió de par en par al torero de Granada.
En resumen, y para no cansar más al lector, una corrida de toros muy chica, abierta por un «despertador» y cerrada por un «almendrita» que no fueron dechado de hechuras y presencia, antes todo lo contrario, y tres toreros que vinieron a cumplir y poco más. En consecuencia, el aburrimiento fue la tónica dominante. Menos mal que el arrullo de las notas de la Banda de música y los comentarios de unos y otros, nos hizo más llevadero el tiempo de la corrida.
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