Llegar hasta el extremo estrafalario, grotesco, tontuno, propio de analfabetos integrales en materia taurina de retener e identificar a un hombre de 80 años, abuelo de torero, por lanzar al ruedo el obsequio de un gallo de corral vivo, cuando su nieto, vestido de luces, daba triunfal la vuelta con la oreja del novillo es más propio de un cuento, extraño para las generaciones interesadas en conocer el desarrollo de la Tauromaquia universal, y adecuado a los tontaínas, necios e ilusos representantes del orden público en una plaza de toros que sin conocer ni el reglamento taurino, ni la norma habitual marcada por la tradición y la costumbre de los espectadores, hacen de su capa un sayo y aplican la ley a quien no la incumple.
Posiblemente los tres agentes de policía, autores de tamaña desfachatez, delegados de la autoridad en el orden público en la plaza, en vez de estar a lo que deben estar, rompen esquemas y aplican normas inventadas por ellos mismos para cortar de raíz una buena acción y creerse que están sirviendo a lo más granado y glorioso de su profesión, como guardianes del orden público. Hay que ser memos y no tener ni consideración ni educación taurina ni nada que le precie para retener e identificar al personaje que lanzó un gallo vivo como obsequio al torero triunfante. El hombre Blas García. La plaza la de San Sebastián de los Reyes; los tres policías agentes de la Autoridad, de Alcobendas y el gallo «monchito«, arrestado con el abuelo por orden de la superioridad, llevado a su gallinero poco después.
¡Qué barbaridad, a qué extremos de estulticia estamos llegando!. La verdad es que tontos siempre los ha habido y los seguirá habiendo, pero esto pasa ya de castaño oscuro.
No me extraña que uno de los hijos del octogenario retenido, identificado y «se va usted a enterar» haya escrito su queja de la siguiente manera: «Llevaba yo muchos días tranquilo y disfrutando de la vida cuando en el transcurso de la vuelta al ruedo que precisamente estaba dando «Mi Gallo Grande» tras cortar una oreja en la plaza de nuestro querido pueblo alguien (mi padre) tiró al ruedo a otro gallo llamado Monchito y que ya lleva muchas vueltas al ruedo este año, como se hizo toda la vida a los toreros se les tira una inmensa cantidad de cosas al albero cuando estos en señal de triunfo recorren el anillo saludando a los tendidos.
Bien pues la «sorpresa» fue cuando 3 miembros del tan honroso cuerpo de policía nacional se presentaron a la velocidad de la luz para que el «abuelo» Blas se identificara y se intentara sacarlo del tendido para denunciarle por el tan grave delito cometido.
Toda la vida o por lo menos yo recuerdo se han tirado al ruedo conejos, liebres, gallos etc. etc. incluida la primera plaza del mundo y no pasa nada, primero por que se le permitió la entrada a la plaza dentro de su caja de cartón y la policía no se lo impidió, segundo estuvieron a punto de preparar incluso en pleno tendido un altercado de orden publico por su cuenta dada la actitud que al principio tuvieron con el abuelo, menos mal que alguien les llamó y aconsejó que dejaran las cosas correr…
Se ve que los fieles cumplidores de la órdenes de la Autoridad más parecieron agentes dobles del antitaurinismo animalista declarado que guardianes y CONOCEDORES de una normativa a la que deberían respetar y hacer cumplir, máxime si encima estaban con uniforme y útiles represivos al cinto.
Si es que no ganamos para sustos y con tanto tonto suelto por las plazas de toros, ¡esto es un sin vivir!
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