El día del cierre de la feria de Valdemorillo, ayer domingo, nos causó a todos cierta atención el ver a un joven torero, recogido el capote de paseo y la montera entre sus manos y vestido de luces con su terno marino y oro, expuesto como un santo Ecce homo de semana santa, con la cabeza gacha, poniendo en el escaparate a la puerta de la Candelaria su reivindicación y recuerdo al haber sido el triunfador de la feria de Valdemorillo el pasado año y, sin embargo, Miguel de Pablo que ese es el nombre del torero, casi nadie se había vuelto a acordar de él, exigiendo por méritos la confirmación de alternativa en Madrid.
A Miguel de Pablo le habíamos visto en Valdemorillo como testigo en la alternativa de Juan Miguel Benito, Juan Miguel en los carteles, de manos de Alberto Lamelas con toros de Guadalmena el año pasado. Y no estuvo mal el muchacho de Colmenar Viejo. Por fas o nefas que de todo puede ser, el joven torero que cuenta ahora mismo 26 años, no recibió llamada alguna ni para colocarle en algún cartel entre festejos programados por la zona.
De ahí, que él mismo dijo a la puerta de la Candelaria que lo hacía por ser una forma de protestar y poner en conocimiento de los aficionados esta situación. Como si los aficionados pudieran doblar, torcer y condicionar la decisión de un empresario que busca acrecentar su cuenta de resultados sin pérdidas excesivas, tal y como están las cosas en materia taurina.
La verdad es que nos dio lástima la situación protestante de este joven torero al que no llaman para atender su demanda desde que se fue a México y él mismo declara que le sirvió mucho como poso para su toreo, coger ritmo y temple a los toros, pues allí se torea mucho más despacio.
El hecho de su protesta silenciosa, gritada tan solo por las letras de una pancarta pidiendo la confirmación en Madrid, resultó cuando menos pintoresco y extraño ante la situación por la que atraviesan tantos y tantos diestros que tomaron la alternativa y que cayeron en el olvido, ostracismo e inactividad, porque aunque ser torero imprime carácter, el hambre de los toreros inteligentes se demuestra en la dura preparación. Miguel de Pablo debería saber que esto no es un juego sino una forma de vida, austera, esforzada, difícil, y a veces, infranqueable. ¡Suerte, Miguel!
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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