Suma y sigue en la tremenda desesperación del ganadero Pepe Mayoral por el último ataque del lobo en su finca de La Carmona en Castronuño donde los cánidos salvajes le han matado once becerros más.
«Desgraciadamente estamos acostumbrados» señala con un rictus de amargura el ganadero Pepe Mayoral.
«Siempre nos toca«, lamenta, y explica que su ganadería se encuentra «en una zona de paso donde siempre hay manadas de lobos». El ‘zarpazo’ de este cánido es algo habitual para él ya que de media sufre la pérdida de 15 reses al año, «35 el año que más», precisa. Y como sabe lo que se avecina, este ganadero toma medidas para tras de evitar los ataques o minimizar sus efectos: «Ponemos medios, vamos por la noche, se controla, pero el día que fallas sucede porque el lobo es un animal muy listo y está siempre vigilante».
Y así se explica el hombre: «Estás una vida entera seleccionando para que, de repente, cuando crees que has conseguido algo, sucede algo así. Es como si alguien te roba tu propiedad».
Debido a los recurrentes ataques que ha sufrido, Mayoral pide que «cuando hay superpoblación se controle porque el lobo no tiene un depredador natural».
El lobo es especie protegida, pero si no se controla, el desastre ganadero es palmario y evidente. Y a eso no hay derecho por mucho ecologismo que proteja a esta especie de bestia temerosa de sangre y de furia, los ojos de mal, el lobo de… Castronuño, el terrible lobo que, rabioso, ha asolado los alrededores. Ya está bien.
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