Con todo merecimiento el novillero salmantino Iván González se ha alzado con el triunfo en la tarde de hoy en la plaza de Fuentesaúco, saliendo a hombros de la misma, tras cortar dos orejas, una a cada uno de los ejemplares de Santa María de los Caballeros que le tocaron en suerte. Por su parte, el otro finalista, el toledano Ignacio Olmos fue ovacionado por el público que se dio cita en la amplia plaza de la villa saucana. El rejoneador José Rocamora que abrió el festejo a caballo cortó una oreja al novillo de Hermanos Boyano.
En lidia ordinaria se han lidiado cuatro novillos de Fuentelapeña, la ganadería de Santa María de los Caballeros, con cuajo y trapío, bien presentados, bravos y nobles, con hechuras, aplaudidos en el arrastre todos ellos, en un alarde ganadero de muy alto nivel para lo que hoy día suele presentarse por esas plazas de Dios. Los novillos de Fuentelapeña han dado una excelente tarde de toros a cuantos han acudido a presenciar en directo esta final por su bravura, nobleza y acometividad. Dos burracos, uno colorado y otro negro han sido los pelajes vistos y lidiados por estos chavales que quieren ser toreros y que alcanzaron ayer por sus propios méritos estar en la final del prestigioso «garbanzo de oro«.
La labor ganadera hecha en los prados de Fuentelapeña con este ganado que embiste, mete la cara, tiene presencia, nobleza y movilidad, están dando clase al producto y van a poner de moda este recogido sitio, en un ribazo del río Guareña para criar toros bravos.
Vamos al relato de lo visto con los novilleros, tras dar a conocer que José Rocamora, el rejoneador que abrió plaza y lidió un ejemplar con movilidad de los Hermanos Boyano, noble aunque escurrido de presencia para la lidia a caballo. Tras dos rejonazos de castigo puso banderillas a una mano con cierta soltura, citando de frente y quebrando en el momento del embroque. Lo mató de un rejón de muerte y la presidencia le otorgó la oreja del novillo.
Ignacio Olmos lanceó de recibo al burraco que abrió plaza en lidia ordinaria con cierta gracia. Contestó su compañero con un quite en el que lo mejor estuvo en una media verónica de remate. Brinda el toledano al público y el novillo va largo a la muleta de su lidiador, aunque molestándole un par de banderillas excesivamente delantero. Toreó con valor Ignacio recibiendo un achuchón del novillo cuando lo hacía por el pitón izquierdo. Pero el desplante y los ayudados por alto para cerrar la faena animaron los aplausos del tendido. Luego con la espada pasó un quinario al no acertar, precisando varios pinchazos antes de lograr la estocada que mandó al desolladero al ejemplar, aplaudido en el arrastre de forma unánime. En su segundo, muy bien presentado, bravo y noble, brindado también a la concurrencia por aquello de caldear el ambiente y conseguir imponer su torería ante este ejemplar cuajado de astifinas defensas que dio un susto en uno de los descuidos del novillero produciéndole magulladuras y un pequeño corte en la mejilla. Ahí se vio el poco oficio y el agarrotamiento del novillero ante el ejemplar de Fuentelapeña. Descompuesto en cierta forma, cuadró al novillo y entró a matar pinchando en dos ocasiones hasta lograr la estocada definitiva. Ignacio no se percató que tenía entre sus manos un animal que le hubiera dado un triunfo de categoría de haberlo entendido mejor. La ovación del público agradeciendo su esfuerzo y premiando su decisión y contrariedad al resultar volteado, la recogió desde el tercio con cara dolorida y de pocos amigos.
Iván González, el torero de Salamanca está avezado en esto. Conoce mejor el oficio, se le nota más placeado, con un estilo jacarandoso, pero que debe mejorar los golpes con los aceros toda vez que perdió un triunfo rotundo tanto en el segundo como en el cuarto, al no acertar con el verduguillo y enfriar la petición. No obstante fue premiado con una oreja de cada novillo.
En el primero de su lote, el novillo más terciado del encierro, lo toreó a pies juntos tras brindárselo al público. El novillo iba largo en la distancia, galopando con celo, entregado, noble y enrazado. Un novillo canela en rama que se hartó de torear el muchacho. Tuvo el animal clase y raza hasta para morir pese a la estocada que le propinó el diestro. Precisó de varios golpes de descabello.
En el que cerraba plaza, un ejemplar más cuajado, también brindado al público de Fuentesaúco empezó su faena en el centro del platillo citando en pase cambiado por detrás emocionante. Una serie a pies quietos, sin enmendarse puso la plaza y al público a su favor merecidamente. El ejemplar de Fuentelapeña respondía al toque del torero acometiendo con celo y arrastrando el hocico. Tras recibir un achuchón por confiado, siguió toreando hasta exprimir al animal como un limón. Montó la tizona y logró una buena estocada, un pelín trasera, lo que no acabó de inmediato con la vida del toro. Y aquí fue donde el muchacho perdió las dos orejas al precisar cinco golpes de descabello para pasaportar a la res. No obstante, la Presidencia le otorgó la oreja que le hizo acreedor a la puerta grande. Y el público despidió al arrastre del novillo con otra sonora y mayoritaria ovación.
En resumen, una novillada con hechuras en la que se alzó triunfador del «garbanzo de oro» un muchacho salmantino llamado Iván González y la espectacularidad de unos novillos bravos y encastados como ellos solos, completando un festejo en el que todas y cada una de las reses de Fuentelapeña fueron lo mejor de la tarde. Ah! y la impagable profesionalidad del fotógrafo Javier Bernal para deleitarnos con sus retratos.
Reportaje gráfico: JAVIER BERNAL
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