Nadie podrá discutir que el malogrado diestro salmantino Julio Robles sigue manteniendo unida a la afición en torno a su memoria que reverdece todos los años en su estatua a la sombra augusta de la Plaza de La Glorieta, porque fue un hombre que supo dar el soplo artístico y de calidad a sus faenas como torero, hasta que la terrible voltereta de Beziers lo dejó tetrapléjico.
Muchos aficionados, entre ellos responsables de la subdelegación del gobierno, ganaderos, empresarios, toreros, periodistas, amigos, familiares y el alcalde de la ciudad, Alfonso Fernández Mañueco elevaron una oración en su memoria al cumplirse el décimo tercer año de su fallecimiento, guiados por el capellán de la Glorieta quien destacó en sus palabras, antes de entonar el padrenuestro, que Julio cuando accedía a la capilla a encomendarse a la Virgen de la Vega, antes de hacer el paseíllo, llamaba a toda su cuadrilla porque entendía que «el rezo debe hacerse en comunidad«. Luego un ramo de flores puesto a los pies de su estatua por la familia más allegada con sus hermanos Florindo, Candelas, María Isabel e Isi, a quienes embargaba la emoción pero a la vez la alegría por ver que la memoria de su hermano sigue viva entre los aficionados, el público que lo aplaudió y otras personas que aún no habiéndolo visto torear directamente, han contemplado sus faenas en películas, imágenes o fotografías así como las hechuras de torero de quien espera la resurrección de la carne en Ahigal de los Aceiteros, un pueblecito salmantino lleno de candor, belleza, silencio y paz.
Todos cuantos estuvimos allí un año más recordamos en una mañana espléndida de luz y sol la memoria del torero salmantino Julio Robles. Y los que no pudieron acudir seguro que también elevarían una sencilla plegaria en su recuerdo. Y mientras la banda de música de Salamanca hacía sonar sus instrumentos con pasodobles toreros y el canto dedicado al diestro salmantino, el llanto se hizo esperanza y alegría en todos los corazones una mañana de enero entre las venerables piedras, muros y ladrillos de la vieja, señera y emocional Glorieta de Salamanca.
Reportaje gráfico: José Fermín Rodríguez.
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