LUCES SOBRE UNA ÉPOCA OSCURA, DE GONZALO SANTONJA
Este es el título de las trescientas cincuenta y siete páginas, una tras otra, editadas por Everest, que entrega al lector el actual director del Instituto castellano y leonés de la Lengua Gonzalo Santonja Gómez-Agero, desgranando el toreo a pie del siglo XVII. Torero de enjundia y pluma ágil, controvertida y llena de cariño por el lenguaje propio y genuino de estas tierras, Gonzalo nos muestra los tres tercios de su lidia con cinco verónicas, marcando y abriendo el compás de toda su obra: Se asoma al balcón en Medina del Campo; asiste una tarde de toros en Segovia acompañado del severo y justo Presidente José Luis García y acude a Béjar al Castañar a lidiar en la plaza más antigua de nuestra comunidad con el pintor Ventura Lirios. Cimienta la faena en la voluntad popular, base y fundamento en este mundo de la tauromaquia, sumando historias con una rueda de datos abrumadora: Disposiciones en la plaza de toros de León; Azares de Papas y decisiones pontificias antitaurinas; la entrañable, cariñosísima, dulce y bella historia del Cura de Cillán, hermoso pueblecito abulense en donde el pastor de almas más tenía a gala rendir homenaje a Nuestra Señora de Rihondo lidiando los toros en su fiesta con pasión, que en la liturgia de la misa, acortada y rauda por aquello de la brevedad y las prisas en lo importante. (Tal cual yo mismo presencié en Pollos, Valladolid, un día de Nuestra Señora de 1977 cuando la Corporación asistía a Misa mayor y había programado el encierro de toros inmediatamente a continuación de la ceremonia litúrgica. Un muchacho asomó la gaita por la puerta de la Iglesia y voceó a los fieles: “¡Ya están los toros aquí!”. El ronroneo alcanzó cotas cada vez mayores, de modo que el párroco se vio obligado a abreviar por el bullicio desatado, bendijo a la concurrencia y, tras el Ite misa est, exclamó: “¡Vamos, venga, no se escapen!”. Y los fieles salieron de la Iglesia, casi a la carrera, con tiros largos, sin poderse ni cambiar de ropa, a tomar sitio en talanqueras y gustar de los toros hasta bien entrada la tarde. Y el que lo vio da testimonio). Perdona, Gonzalo, pero precisaba hacer este quite en tu singular faena, donde la Virgen torera de Rihondo, con garbosa y única suerte se llevó embebido al toro a punta de capote del sagrado manto, con una media celestial y salvando al cura de la muerte. Por la derecha, Valladolid, multitud abigarrada, balcones y carpinteros, pléyade de hombres y mujeres entregados a la causa taurina; por la izquierda Salamanca con su tradición ganadera universal e inigualable, y una vez perfilado, la estocada por corto y en derecho, en la suerte natural de la enseñanza a las generaciones venideras, didáctica taurina impagable, y toros en los cementerios. Arrastran al toro las mulillas con bibliografía y documentos de referencia, entre un cascabeleo ideal y la ovación, sincera, redonda, emocionada y agradecida del personal que ha leído.
Tres centenares largos de páginas en un manual, manejable y práctico que debe estar en los anaqueles de cualquier interesado, aficionado o seguidor de la tauromaquia. Aquí hay que destacar, por la cosa del empresariado sin el cual no podría darse esta fantástica corrida de letras y datos, a la editorial leonesa de Everest, ahora Evergráficas S.L., quien tiene sus instalaciones y maquinaria de edición en la carretera de León a la Coruña, por haber publicado este fenomenal ensayo taurino, manual esclarecedor y entretenido, merecedor de oreja y vuelta al ruedo.
Gonzalo Santonja ha sabido poner negro sobre blanco en un estudio profundo, esfuerzo de investigación, digna e impagable documentación para dar luz a una época oscura, y tanto, en la que el toreo ha sido y sigue siendo la esencia de la raíz española.
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