Ya sé que lo fácil es pontificar para los demás, no para uno mismo, y decirles qué deben y qué no hacer en sus actuaciones con los demás.
Viene esto al caso del rechazo de Domingo López Chaves de un cartel de toros por parte de un compañero de fatigas y sale la conclusión de «cuando un torero veta a un compañero por tener ‘menos cartel’ y ello implica que a menor taquilla menos emolumentos, está convirtiendo el arte que representa en vulgar mercancía y eso le convierte en un miserable. Pero si el veto se le hace a un torero que se ha ganado el puesto en los ruedos y temes que te gane la partida, da igual los cojones que le eches al toro, en tu fuero interno siempre sabrás que eres el mayor de los cobardes», en conclusión lapidaria de Isabel Tabernero, una de las mujeres más clarividentes que tienen amor a la fiesta de toros y a cuanto en ella se celebra.
Vetar a este o aquel porque consideras que va a hacerte sombra en tu efímera fama, no parece una buena forma de conjugar la armonía, el compañerismo y los vaivenes que da esta profesión de subir, bajar, estar y desaparecer en una vocación que en otro tiempo tenía formas y maneras dispuestas a perder protagonismo individual y conformar la solidaridad abierta y generosa, como aquella acción de Manuel Benítez el Cordobés, contada en la película «aprendiendo a morir» que regala una bicicleta para que un pobre trabajador, padre de cinco hijos, vaya y venga al tajo sin tener que hacerlo andando.
Hoy, la diferencia de este mundo egoísta, hedonista, ingrato, desagradecido que solo busca la inmediatez de su propio éxito, cuando el tiempo es un juez inmisericorde que iguala a todos con el mismo rasero de la nada, se ha puesto de moda entre toreros, para vetar a compañeros, ganaderías, carteles y festejos si no están hechos a su imagen y semejanza.
Las palabras de algunos destacados aficionados en torno al rechazo de un torero por otro ponen, negro sobre blanco, la realidad más evidente entre nosotros mismos. Vuelve Isabel a echar la pata alante al respecto:
«Vetar no es nuevo, hasta el mismísimo Ponce se quejó hace unos años de ser vetado. Aquello rechinó mucho ya que siempre hubo rumores de toreros a los que él vetaba. Vetar, ¡Horrible verbo que solo conjugan los cobardes que no se visten de luces para dignificar el noble arte de la Tauromaquia!».
Y es que el torero tiene que serlo dentro y fuera del ruedo. Esa es una filosofía que es preciso aprender en la vida, asumirla y ejercerla.
Fotos: FERMÍN Rodríguez
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