La sed del torero calmada con el buche de agua y un beso ostensible al vaso, encarnado en oración, a la figura grabada como adorno precioso incrustado en la alpaca, es un gesto que se ve a menudo en las plazas de toros y en los momentos previos en los que el mozo de espadas ofrece los trastos al diestro para empezar su faena de muleta. La agitación de los primeros tercios tal vez le hayan producido sofoco, lo que unido al polvillo del albero, además de la responsablidad ante el peligro, originan sequedad en la boca y un preciso enjuague de frescura.
Ya lo dice el poeta: «El vaso de agua que tiene/ en la barrera un torero/ sólo lo beben muy pocos/ muchos quisieran hacerlo«. Una expresión que quiere patentizar a un corazón anclado en otra época antes de enfrentarse al toro y ofrecerle el buche de su cuerpo. Es verdad que en ocasiones parece como si salieran jirones de su vida en cada sorbo que le entra. Le late el corazón anclado con brío e intensidad. Y así mientras mira a los subalternos cómo bregan y cierran al toro en el terreno señalado, bebe y traga un buchito y escupe otro, antes de ir a su encuentro con el estoque y la muleta en una mano y la montera en la otra.
El vasito de agua, que llevan los toreros, tiene en ocasiones más de una historia en su cilindrín de alpaca. El diestro recuerda su duro aprendizaje, rodando de pueblo en pueblo, perdiendo la juventud, curtiéndose como el cuero, con mil soles, mil porrazos, sudando entre fango y miedo. Por eso, alza cada tarde el brindis personal de emocionado momento, solitario, y apura su contenido de agua, sólo de agua, tras acercar a los labios la fría plata, deseando conquistar el aplauso de la gente, el mérito, el premio, el triunfo y la sonrisa de las mujeres.
Un torero bebe el agua del vaso que le ofrece su ayuda y piensa, mientras enjuaga la boca y refresca, que en unos instantes debe ser burlador de la muerte y además hacerlo con gracia, arte, dominio, poderío y plasticidad. Por eso ese vaso contiene no solamente agua. Contiene el deseo y su ambición.
Foto: Fermín Rodríguez
Deja una respuesta