La emotividad tras el percance fatal del torero Iván Fandiño que le produjo la muerte en Francia cargó una tarde de toros en Ledesma con casi tres cuartos de plaza ocupando sus tendidos y un halo de respeto, recuerdo y grandeza por la fiesta en memoria del malogrado diestro de Orduña, dándose el caso además que quien abría el cartel, Juan del Álamo, estuvo presente en la fatal cogida en aquella tarde aciaga.
Hoy, los tres matadores lucían un lazo negro en su manga en señal de duelo; los tres brindaron al cielo y a la memoria de su compañero muerto los tres primeros toros y los tres tuvieron palabras para los familiares y amigos de Iván Fandiño. Esta trilogía de recuerdo emotivo consiguió que Juan del Álamo cortara dos orejas a cada uno de sus toros, superando el amargo trance vivido unas horas antes en Francia. El primero de la tarde, un toro bautizado como «resistente» de 480 Kilos de romana fue saludado de rodillas por el buen torero salmantino y en su faena, poderosa, valiente y además cantada desde el tendido por un cantaor que dedicó su verso al torero y al espíritu de Fandiño que miraba desde el cielo la faena ofrecida por Juan del Álamo hizo que el público aplaudiera con fuerza el gesto.
Incluso hay un momento de zozobra cuando el toro arrolla y voltea sin consecuencias a Juan del Álamo, entregado, con la barbilla encajada en el pecho y como suspirando. Pero el toro de Pedraza de Yeltes, noble, siguió la tela en lugar de al torero que se levantó, superó la dificultad y logró una entera siendo premiado con las dos orejas del ejemplar.
Y algo parecido sucedería con el cuarto, de nombre «campeador» que sería premiado con el pañuelo azul tras su muerte, tras desorejarle de nuevo el magnífico, bregado, preparado, poderoso y en forma torero de Salamanca.
Los otros dos compañeros de cartel estuvieron con las ganas y el interés que se les presupone, pero los ejemplares de Pedraza de Yeltes, mostraron una gran debilidad y falta de raza más que preocupante, pues tras ser picados perdieron el fuelle y el empuje. Incluso uno de ellos tumbándose derrengado como hizo el quinto de la tarde que se apagó y se vino totalmente abajo sin que el torero Saúl J. Fortes pudiera sacarle ni una serie completa, con la desilusión y la contrariedad pintada en el rostro ostensiblemente.
Y si Fortes casi nada pudo hacer con su lote, lo mismo se diga de Ginés Marín que quedó inédito en Ledesma por la poca fuerza de los toros.
Al final del festejo, Juan del Álamo salió en hombros de la plaza como triunfador del festejo.
En resumen una corrida estupenda sobre el papel que defraudó en su resultado por la falta de raza en general de los toros de Pedraza de Yeltes y por una tarde cargada de emotividad y recuerdo en la memoria de un diestro, Iván Fandiño, que ofrendó su vida en una plaza de toros de Francia, con el triunfo más que merecido de Juan del Álamo. Incluso la empresa sorteó un coche entre los que habían adquirido una entrada recayendo en una señorita espectadora del tendido dos a quien José Ignacio Cascón entregó las llaves del mismo y la reina y damas de las fiestas fueron paseadas y recogidas por sus acompañantes en una vistosa ceremonia junto a la puerta grande.
FOTOGRAFÍAS: José FERMÍN Rodríguez.
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