Quien da primero da dos veces, es dicho más que reconocido por cuantos vivimos en este mundillo de los toros. Y tal sucedió con el torero vallisoletano Leandro que empezaba la temporada en Ajalvir, el pueblo vecino de Daganzo, donde sopla el viento desde el cerro cabeza gorda de tal forma que o te abrigas o lo pasas mal sentado en el tendido de su plaza de toros portátil, aunque la empresa por debajo del graderío tenía instalado un cañón de aire caliente para mejorar la sensación de frío en los espectadores. El vallisoletano hizo lo mejor de la tarde, al cortar dos orejas al quinto, el animal más bravo del encierro de Sierra Borja, lidiado hoy.
Algo más de media entrada en el tendido y un abarrotado callejón siguieron la primera corrida de la temporada, a la cual prestaron su atención los medios de televisión española, tendido cero, y telemadrid.
En los tendidos estaba El Chano en silla de ruedas tras su grave cogida en Ávila la pasada temporada que recibió el brindis del primero del lote que correspondió al pacense Julio Parejo. Textualmente le dijo: «Chano. Va por ti. Por lo buen profesional que eres y porque te pongas bien». Vicente, sentado en una silla de ruedas, le dio las gracias emocionado y recogió, asiendo fuerte entre sus manos la montera que le entregó el diestro de Badajoz. Presentes y al lado del brindis, profesionales como Sánchez Vara o Cipriano Hebrero; ayer toreros hoy empresarios como Mariano Jiménez y José Ignacio Ramos; César Valencia, el novillero colombiano; el novillero finalista del bolsín memorial de Santos Serranillo, Álvaro García; o el subalterno Jesús Miguel » el suso»…Y vamos a la crónica taurina que se nos va el tiempo y las formas en recovecos más humanos que sociales.
Hicieron el paseíllo, a la luz de un solecillo ligero y a los sones de un cuarteto de viento y percusión más dado a repetir los compases del mismo pasodoble, el francés Juan Bautista (una oreja y silencio) ; el vallisoletano Leandro (aplausos y dos orejas)y el ya citado Julio Parejo(Aplausos en los dos), desmonterados por ser su presentación en Ajalvir, acompañados de sus correspondientes cuadrillas. Lidiaron seis toros de los llamados «jandilla» de Ana Belén Muñoz, de variado juego, con poca fuerza, nobles cuatro de ellos y dos mansos de libro. Sin apenas suerte de varas, salvo en el quinto y sexto, lo que hizo a un espectador bragado echar un vozarrón desde el tendido contra el Presidente de la corrida y protestando abiertamente: «Que yo he pagado- dijo– y ¡hay que picar los toros!» en uno de los momentos. Al ordenar el cambio de tercio con un solo par de banderillas, de nuevo el grito desgarrado y grave que sale del tendido: «¡Que se tiene que cambiar el tercio con dos pares, presidente, con dos pares!». Y ya metido en refriega espetó: «A ver si vosotros, los periodistas, decís lo que está pasando!.¡Así va el país!. De manera que hubo para casi todos una fuerte recriminación por el juego de los toros, por la lidia casi incompleta y porque el espectador se creció en sus demandas ante la anuencia del resto de los presentes . Menos mal que la faena de Leandro y el frío de la atardecida acalló sus protestas.
Juan Bautista estuvo aseado en el primero que abrió plaza al que cortó una oreja más generosa que merecida por su faena, ante un toro que adolecía de fuerza, pero que embestía con nobleza. El francés no estuvo como él suele estar, dándolo todo, pero al lograr una estocada muy bien ejecutada, es posible que la balanza del premio se inclinara a su favor. En el cuarto, manso y huidizo, solo le trasteó y cuando se arrancó la música ordenó que silenciara sus notas ante la más bien imposible que escasa faena desarrollada, Recibió un arreón del toro cuando intentaba descabellar tras pinchazo y media estocada y el público silenció su labor.
Leandro fue quien puso lo mejorcito de la tarde, la postura, la gracia, el toreo y dos estocadas haciendo bien la suerte. Me gustó la casi entera al segundo de la tarde por una ejecución entregada y con cierta corrección del defecto de entrar con el brazo encogido. Esta vez estiró la extremidad y enseguida él dijo a sus peones: !Está muerto el toro!.
En el quinto, el toro más repetidor y encastado del encierro, la faena de Leandro estuvo bien, sin llegar a ser excelsa, pero una serie con la izquierda y las manoletinas finales acabaron por enardecer al respetable que pidió con fuerza la oreja cuando el puntillero logró atronar definitivamente al ejemplar de Sierra Borja. Había brindado el toro al grupo del Aula de Tauromaquia de jóvenes vallisoletanos presentes en el tendido.
Mario Campillo lidió muy bien en su primero, cerrando a una mano al toro y corriéndolo con arte y torería. Además colocó un par de banderillas con mucha galanura, destreza y zalamería, dando muestras de una muy ágil preparación física al saltar la barrera de las tablas. También fue aplaudido El Ruso por su brega.
Cerró la corrida Julio Parejo que pechó con dos perrigalgos, uno de los cuales le tiró varios viajes al pecho cuando se perfilaba para el pase, pero el diestro, sobreponiéndose a la contrariedad del toro, lo intentó citando cruzado, queriendo hacer faena y manteniendo la atención del público que, pese al frío reinante y deseoso de salir de la plaza, siguió el trasteo del pacense, premiándole con aplausos, cuando consiguió despacharlo.
En fin, y por resumir. El Ayuntamiento de Ajalvir descorrió el cerrojo de la temporada en su feria anual para honrar a San Blas, con una corrida de toros que no pasará a la historia de la tauromaquia, pero que ha servido para abrir boca y empezar las idas y venidas por esas plazas de Dios a fin de contar los momentos más espectaculares y emotivos logrados por unos hombres que se visten de luces y tratan de generar belleza con una muleta o un capote en sus manos.
Fotos: José Fermín Rodríguez
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