El pasado martes fallecía el torero de Villalpando Marcial Villasante quien en los años 1980 actuó como empresario de la plaza de toros de Tordesillas, contratado por el Ayuntamiento que presidía en aquellos años Elías Pérez Barragán. Y hoy hace su último paseíllo a la tierra de donde salió. Tristes y sentimentales, quienes le conocieron le recuerdan y han elevado panegíricos por su actividad en el mundo del toro sobre todo por esas plazas de Castilla y León por donde llevó su manera de ser, su bonhomía y su esperanza por la fiesta de los toros.
Aquí en Tordesillas, cuando subía al Ayuntamiento para presentar ofertas o los carteles, le recuerdo con una cartera de la mano en donde traía los papeles con los festejos y hablaba con pausa y tranquilidad del quehacer que le esperaba, sobre todo tratándose de un pueblo como Tordesillas donde los encierros, los toros corridos y el eje fundamental de la fiesta que fue el Toro de la Vega le llevaron a conocer un poco mejor las costumbres de las gentes del pueblo.
A Marcial Villasante nunca le vi torear como novillero, pero sí actuar en un Ayuntamiento como organizador de los festejos de toros.
Ciertamente a Villasante, el de Villalpando, todos le conocían como un auténtico luchador por el toro y así lo han dejado escrito, negro sobre blanco. No hay más que echar mano y leer los obituarios tan cariñosos que le han dedicado a este hombre que llevó también toros a Tenerife.
Hoy llevan a hombros en el paseíllo de la eternidad a un hombre cabal, un romántico, un taurino de los de antes. Y en el recuerdo su mirada profunda, sentida, abierta y sin cortapisas en una imagen captada por Pereletegui en Salamanca.
Villalpando llora a su hijo taurino. Todo un señor del toro. DEP.
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