Cuéllar puso en el escaparate taurino del día de San Agustín una extraordinaria novillada de Condessa de Sobral, bien presentada, cuajada y con hechuras, de pelajes preciosistas, sobre todo un ensabanado corrido en cuarto lugar, a los que el poco público que se dio cita en el tendido aplaudió en el arrastre por su comportamiento encastado y bravo. No podía ser menos la honra al santo de Hipona en el mismo día en que los taurinos conmemoran la cogida y muerte de Manolete en Linares. Bien es verdad que en Cuéllar se olvidaron del minuto de silencio en recuerdo del «monstruo» y califa cordobés.
No llegó a cubrirse el aforo de media plaza en el tendido del acogedor coso en el que el Alcalde de Cuéllar, Carlos Fraile, me entregó el pase de callejón para estar entre los buenos amigos de la guardia civil que hacían las veces de Delegados de la Autoridad. En la Presidencia, Chema Costales, asesorado por el vallisoletano Cachichi cumplieron con el trámite y estuvieron ambos en el sitio muy dignamente, premiando los méritos y obviando los deméritos de los jóvenes novilleros que hoy han dado la talla en la hermosa y acogedora Villa segoviana.
Para lidiar esta novillada estaban acartelados el segoviano Pablo Atienza, familiar de una dinastía de picadores, que cosechó aplausos y una oreja por su esfuerzo; el madrileño Francisco de Manuel, silencio y oreja tras aviso y el salmantino Manuel Diosleguarde, vuelta al ruedo y oreja.
La verdad que los «torrestrella» de Manuel Vázquez han sido bravos y encastados en general, empujando en el caballo y con nobleza más que acreditada pese a que en algunas ocasiones la bisoñez y el apresuramiento de sus lidiadores pecaron de precipitación, incluso llegando a ejecutar la suerte suprema con deficiencias. Atienza al primero lo despachó de una chalequera que asomaba, igual que su compañero Francisco de Manuel ante el segundo, haciendo guardia el estoque y una tendida entera Diosleguarde que les privó a los tres de la oreja que tenían ganada en la primera parte del festejo.
El segoviano Atienza estuvo firme y confiado, logrando algunos momentos de gusto y gracia especialmente al final del trasteo.
Francisco de Manuel pechó con un novillo bravo y encastado que le exigía demasiado al novillero, pero que cuando le bajó la mano logró empaque extraordinario en la conjunción de toro y torero. En el quinto estuvo más entregado, menos acelerado, haciendo las cosas bien y matando mejor con lo que el pañuelo premiándole con la oreja asomó en el palco.
Manuel Diosleguarde es un torero de sinfonía, encajado en la labor de los cites, con entrega y pasión. Logró dos series extraordinarias citando por el pitón izquierdo tras recibir un achuchón del novillo que lo dejó medio cojeando, aunque sin consecuencias aparentes. Diosleguarde se sobrepuso a la contrariedad y logró pasajes de mucho mérito y cuajo. Tardó en despachar al ejemplar y los ánimos del respetable se enfriaron un tanto.
En resumen, un extraordinaria novillada y una tarde apacible, tranquila, hermoseada, en la Villa de Cuéllar, la cuna de los encierros más antiguos de España, con tres muchachos que quieren ser toreros.
Fotos: Natalia Calvo
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