Van y vienen las palabras por las redes y los medios como si no costara rebuscarlas para construir las oraciones con un criterio lógico, sosegado y objetivo, sobre todo ahora mismo a las puertas del comienzo de la Feria taurina de Valladolid con esa cartelería de la que se han caído algunos nombres por retirada de cansancio, enfermedad o dolencias físicas, soportando más de un comentario negativo cuando la razón de todo es la misma: Una cuestión mercantil de afición, inversión y trabajo para obtener el mejor resultado empresarial.
Mientras tanto, el equipo encargado de poner todo a punto ya tiene engrasados los cerrojos de portones y accesos a la plaza, en perfecto estado de revista, pintadas barandillas, aseados los tendidos, repasadas gradas y andanadas para acoger a los espectadores que deseen cumplir con el rito de ir a los toros de Valladolid.
Nuestra Señora de San Lorenzo está ahí mismo, llamando a la puerta del calendario en su mes de septiembre cuando ya están alzados los cereales y la uva a punto de vendimia, en el despeje de plaza para el domingo día 3 a las 6 de la tarde con la gran final de la llamada «Liga del corte puro«. Luego, casi sin dilación las cinco corridas de toros que componen el serial se celebrarán con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide.
La Feria de Valladolid quedó marcada como excepcional, irrepetible y única el año pasado, al darse una contingencia especialísima que nadie ha olvidado. Pero eso ya está en los anales del recuerdo y de la historia taurina de la ciudad. Ahora viene una feria más, un encuentro nuevo, una llamada a continuar celebrando y contemplando toros en Valladolid para singularidad del coso mudéjar del paseo de Zorrilla con nuevas caras, algunas ya conocidas y otras no tanto, rodeadas de aureola de fama y propaganda.
Los cerrojos de la Feria taurina de Valladolid 2017 están a punto de descorrerse para entrar en el centenario coso, orgullo de la capital del Pisuerga y pieza emblemática, donde tantas y tantas tardes ha resonado la música del «pasodoble» entre los olés y aplausos de los vallisoletanos, vecinos y forasteros. Es hora y momento de ir a los toros a Valladolid. ¡Que Dios reparta suerte!.
Fotografía; Pablo ALONSO
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