Una de las actuaciones más seguidas en los pueblecitos cercanos a Tordesillas es la del Patronato del Toro de la Vega que acerca todos los veranos a dichas localidades la fiesta de los toros con carretones para que participe toda la chiquillada entre gritos, risas y carreras emocionadas. De esta manera se cumple con un objetivo primordial que es el fomento y expansión de la Tauromaquia popular, además de tener unas horas de asueto para que los infantes jueguen al toro, como siempre se hizo por estos sitios del medio rural.

Varios carretones preparados al efecto van y vienen a los pueblos en donde se les requiere, porque la fiesta de toros es una fiesta demasiado cara para los recursos escasos de los pueblos, aunque bien pensado, en mejor inversión no podían caer los dineros públicos que en la fiesta de toros. A unos les parecerá bien, a otros que mal y a los indiferentes que les da exactamente lo mismo. Lo que es indudable es que llenar un pueblo de risas y de emoción entre los niños aunque sea durante unas horas, es una conclusión comprobable a poco que se conozca esta actividad.
El que fuera alcalde de Villalar de los Comuneros dejó dicho y escrito en letras de molde que «una fiesta sin toros, es una fiesta muerta». Y a la vista de los resultados no le faltaba razón al buen hombre. Para los más escépticos e incrédulos que hagan la prueba: Anuncien en cualquier población que se va a soltar un toro por las calles o que va a correrse un encierro y los jóvenes acudirán a la llamada como moscas, especialmente los del medio urbano que quieren reencontrarse una vez más, por un tiempo, con lo que fueron sus raíces y su origen.
Por eso aunque haya desarraigados selectos, pelujos, piojosos, progres ricos y buenistas que quieren que los toros desaparezcan del entretenimiento popular, basándose en peregrinas opiniones adoptadas de «lobys» y grupos de presión mediática para el «bienestar animal«, la contestación y oposición de la mayoría silenciosa, de la gente, aunque no se la respete en sus decisiones, es todavía mayor.
Por ejemplo, Pamplona en estos días es un hito del toro por la calle y del toro en la plaza, habiéndose aunado ambos aspectos, el rural y el urbano, la cara y la cruz de la vida humana, en una amalgama de colores en la que abunda el blanco y el rojo. entre la emoción, el riesgo, la dureza, la singularidad y la fuerza bruta ante las astas de un toro de lidia en la época de la globalización.
Foncastín u Oliegos, una localidad vallisoletana dependiente de la Villa de Rueda, tuvo en sus calles toros de cartón para enseñanza y aprendizaje de nuevas generaciones que incorporan a su propia vida el singular mundo del toro y todas sus vicisitudes.




En las siguientes fotografías hechas por Enrique CARNERO algunos momentos de la jocosa y entretenida tarde.
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