Largo y entretenido el festival taurino organizado en Íscar a beneficio del asilo de ancianos de la localidad por el Ayuntamiento de la localidad y la empresa de Simón Caminero, adjudicataria de la plaza de toros, Tauromudéjar. La verdad es que muy poco público, apenas un cuarto de plaza, se aposentó en el graderío de la cómoda plaza piñonera. Allí la banda de música, los empleados, los miembros y participantes en el festival habían entregado sus emolumentos a beneficio de la residencia de ancianos de Íscar pero que, por lo visto, de los asistentes, pese al precio popular del tendido, no habrán sacado ni tendrán casi para una medianilla merienda con café y pastas.
Se lidiaron siete toros del sevillano Sebastián Santiago que resultaron nobles aunque con muy poca fuerza en su musculatura, cayéndose a menudo ante las telas de subalternos y matadores. Quienes al final se llevaron el gato al agua fueron el torero de Cuéllar Javier Herrero y la mujer torera Milagros de Perú que cortaron dos orejas cada uno, saliendo a hombros por la puerta grande.
Abellán, Gallo y Raúl Alonso cortaron una oreja a cada uno de sus enemigos, mientras Félix de Castro y el rejoneador Paulo Jorge Santos recogieron el silencio del graderío tras su actuación.
En mi retina guardo algunas chispas de la tarde, como la lidia del subalterno de Raúl Alonso, Suso, quien colocó y lidió con profesionalidad y sabor, estupendamente al toro de su matador. La valentía arriesgada de Milagros de Perú en el que cerraba plaza y festejo; los consejos de Lázaro Carmona a su torero Eduardo Gallo para que protegiera al prácticamente inválido animal que le tocó en suerte. Las voces del peón de confianza de Abellán pidiendo al oreja para su matador, medio tapándose con la esclavina del capote. La falta de filo en la puntilla manejada por Ramiro Herrero, como gajes del oficio; el buen segundo par de banderillas puesto por su hijo Jesús tras un tropiezo en el primero. Los ayes lastimeros de Simón Caminero, con una afonía que no le permitían hablar bien, por la presencia de personal en el graderío. El compartir tarde y festejo en el callejón con Rober, el de Carrión de los Condes, que regenta un bar en aquella bella localidad palentina. Los regalos del Ayuntamiento de Íscar en la persona de su alcalde a todos los toreros que intervenían en este festival con picadores. El buen puyazo de Rafa, el de Boecillo, hijo de Rafa Agudo mayoral de la ganadería de Gamazo. Las evoluciones de la cuadra de caballos del portugués Paulo Jorge Santos y la vistosa lidia con zarpas y banderillas, además de un temple en la doma clásica de sus cabalgaduras, pero que falló con los rejones de muerte. La Presidencia de la corrida llevada a cabo con justicia por José María Rueda, asesorado por el medinense Casares, dando los trofeos justos y los aplausos en el arrastre al cuarto toro de la tarde, lidiado por el cuellerano Javier Herrero quien se lo brindó a su madre en un bonito gesto.
FICHA DEL FESTEJO:
Festival con picadores. Siete toros de Sebastián Santiago, nobles pero flojos. Uno, cinqueño, cuajado, para Paulo Jorge Santos, silencio. Y seis más en lidia ordinaria para
Miguel Abellán, oreja.
Eduardo Gallo, oreja.
Raúl Alonso, oreja.
Javier Herrero, dos orejas
Javier de Castro, silencio.
Milagros de Perú, dos orejas.
(Fotos: José Fermín Rodríguez)
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