Muy poquito resultado, aunque sí hubo momentos puntuales destacados a cargo del torero portugués Tiago Santos y del onubense Álvaro Sanlúcar, el obtenido por la novillada de promoción celebrada hoy ante un quinto de plaza, con un viento persistente que impidió a los chavales un mejor lucimiento ante los bravos y encastados novillos de Yerbabuena y una bajada de temperatura climatológica, a partir del tercer novillo, lo que originó la desbandada del público asistente emigrando a los tendidos de sol donde las piedras aún calientes de la solanera mantenían cierta gratificación en salva sea la parte para estar sentado presenciando el resto de la lidia.
Seis chavales de diversas escuelas taurinas habían sido contratados por la empresa para enfrentarse a seis ejemplares de Yerbabuena, del maestro Ortega Cano, que resultaron bravos, encastados, nobles y con movilidad. Metieron la cara en los engaños y acudieron a los cites con alegría, facilitando la emoción.
Mucha ilusión en el patio de cuadrillas, antes del comienzo, concentración, nervios dominados y entereza entre los protagonistas. Vimos y nos fijamos en los rostros de la media docena de novilleros, aprendices de una profesión tremendamente dura y difícil que no por decirlo tantas veces, cambia de sesgo o de intención.
Abrió plaza el riosecano Ángel Jiménez que estuvo muy desconfiado ante su torete, tal vez recordando los apuros pasados en el tercio de banderillas por uno de sus subalternos que tuvo que coger precipitadamente el olivo y padecer la tarascada del animal, pero que poco a poco, logró enjaretar a la res unos pases de bella factura, pese al viento, cuando encontró la distancia del novillo que había brindado al público. No mató bien por lo que recibió dos recados en forma de avisos de la presidencia.
En segundo lugar saltó a la arena «Tabla rota«, un novillo que lidió Jorge Sahagún, con el viento y los descubiertos por el aire que derrotó fuertemente en el burladero, sacudiendo por carambola en el brazo al subalterno Ramiro Herrero un tarantatán de cuidado.
Jorge estuvo valiente, con desplantes temerarios, de rodillas, ante la cara del toro, brindado al maestro Jorge Manrique, presente en el callejón, superando las dificultades, pero sin acertar con los aceros. No obstante, parte del público pidió la oreja cuando acabó la faena. Dio la vuelta al ruedo entre los aplausos del respetable.
Tomás Angulo, de Llerena, actuó en tercer lugar ante el novillo «barrenero«, solventando una colada con oficio. Unas chicuelinas con estilo abrieron paso a la faena en sí de Tomás que estuvo muy bien con la mano derecha, y cuando el viento soplón y descubridor de toreros le dejó al aire, el toro le dio un achuchón, pero él ni se miró, siguiendo a lo suyo con entrega y afición. Falló con los aceros por lo que perdió la oreja que tenía ganada. No obstante, la fuerte ovación de los espectadores le obligó a dar la vuelta al ruedo.
Actuó en cuarto lugar el torero de Barcelona Alejandro Benito que además venía con toda la cuadrilla desde la ciudad condal. Toreó con cierto oficio y gusto mejor con la mano derecha que con la izquierda. Propinó una certera estocada tirándose arriba del morrillo, recibiendo la ovación del público.
Álvaro Sanlúcar de San Lúcar de Barrameda hizo lo mejor de la tarde. Por aquello de no hay quinto malo y con las idas y venidas de espectadores buscando el calorcillo de los ultimos rayos solares de la tarde ante lo despacible de la climatología, el muchacho estuvo asentado, serio, entregado, con ganas y oficio. Entra a matar a ley al novillo logrando una estocada tendida y sufriendo el arreón que le hace caer en la cara del animal. Los pañuelos en el tendido y una oreja para el esportón del muchacho.
Y cerró novillada el portugués Tiago Santos, no sin antes ver cómo su novillo se desgraciaba quedándose cojo de una de las patas traseras por lo que hubo de salir el sobrero de nombre «gañán» y de la misma ganadería titular.
«Gañán» salió marcando enseguida el terreno y tras colarse ostentiblemente por el lado derecho en tres ocasiones, fue banderilleado por su matador quien resultó cogido en el primer par. Sobrepuesto de la paliza, puso los otros dos pares en todo lo alto.
Brindó al público la faena y tras estar valiente, firme y aseado fue premiado con una oreja.
En resumen, una novillada de promoción que tuvo en las reses bravas, bien presentadas y encastadas de Yerbabuena lo mejor de la tarde, fría y despacible en lo meteorológico pero entretenida en su desarrollo toreril.
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