Poca parroquia en el graderío de Ávila de los Caballeros, pese a la dedicación hecha por la empresa «Por naturales» para atraer gente joven a los toros, con precios muy asequibles y en una tarde de tiempo espléndido que invitaba a acercarse al coso de «la Muralla». Tres novilleros hicieron el paseíllo con corrección incluida por el servicio de megafonía en cuanto a su intervención en la lidia: Francisco José Espada (oreja y oreja tras aviso); Ricardo Maldonado (oreja con aviso y ovación con saludos) y Joaquín Galdós, un aviso,silencio y oreja con petición de la segunda. Los novillos del Sierro, bien presentados, justos de fuerza y nobles en general. El cuarto de nombre «peluquero» y el «alfarero» que hizo sexto, aplaudidos en el arrastre.
Tuvimos «samba» por partida doble y dos «peluqueros», uno de 420 kg. de romana que abrió plaza, sosote y rajadito. Otro con el mismo nombre corrido en tercer lugar, desrazado, mientras que los «peluqueros», uno con 490 Kg. en la báscula cortó bien el pelo y la bravura y otro de 410 kg., corrido en quinto lugar, descastado y bronco, pitado cuando las mulillas lo llevaban al desolladero.
El triunfo de esta tarde, al abrir la puerta grande, correspondió a Francisco José Espada, tras cortar una oreja a cada uno de sus enemigos, bien es verdad que de distinto valor una que otra. La del que abrió plaza, por haber estado muy por encima del animal y la del segundo de su lote, tras una faena meritoria, estupenda, con sentido y temple. Al final se dio el arrimón con entrega, ganas y gusto. Pases en una baldosa y sin mover los pies, clavándolos en la arena, dando el toque preciso al ejemplar del Sierro al que despachó de una entera.
El torero vallisoletano Ricardo Maldonado bien pudo salir también por la puerta grande, pero se le atragantó el segundo de su lote. Esta vez sí que hubo quinto malo. No obstante, el animal, pese a buscar la huida, embestía con cierta fijeza cuando Maldonado le tapaba la cara, sobándolo por bajo. Este novillo puso en dificultades al peonaje y daba la sensación como si estuviera algo reparado de la vista. La estocada entera efectiva tiró por tierra al animal de forma radical y rápida, pero las idas y venidas de un lado a otro de la plaza, de un terreno a otro, por la mansedumbre del ejemplar, deslució notablemente y desanimó al vallisoletano.
Estuvo mejor Ricardo en el primero un «catavino» de 410 Kilos con una actuación más entonada y plástica. Félix Navas, su subalterno, le gritaba desde el callejón: «¡fuera, a los medios, tira de él!» Estuvo Ricardo asentado y firme con el novillo, sacándole lo mejor de todo al final de la faena. Tras una buena estocada entera, arriba, fue premiado con la oreja del burel.
Y el peruano Joaquín Galdós que puso con el capote ante sus dos enemigos los mejores lances de la tarde, brindó el último toro a su compañero Espada en un acto feo, al no invitar a salir al tercio a su otro compañero de terna. Son detalles que deben cuidarse pues esto del toreo es una completa liturgia que debe ser aprendida. Me gustó sobremanera con la mano derecha y fenomenal en dos estatuarios y dos trincherillas con la zurda muy aplaudidas. Galdós estuvo firme, sobrado, con ganas de ser torero. Además logró una estocada entera, algo desprendida, y el escaso público pidió la oreja que le fue concedida. En su primero pasó un quinario hasta echar por tierra al ejemplar con el descabello.
Y mañana la corrida del Centenario con ropajes y trebejos de época, vestidos de torear hechos para la ocasión en la que el empresario de Ávila, César Jiménez torea junto a Castella y el Fandi. Allí estaremos para contarlo, si Dios quiere.
Fotos: Jesús López
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