Esta misma mañana en el prado de la Reguera se han sucedido los lances a cargo de los toreros de fortuna que concitan en sí mismos el valor, el arrojo y el respeto cuidadoso de una fiesta popular de toros que lleva a gala desde antiguo la localidad zamorana de Fuentesaúco, tierra de los garbanzos y de la hospitalidad.
Los Espantes de Fuentesaúco son un ejemplo palmario de resistencia tradicional a las modernas imposturas que abogan por el acabamiento de la fiesta de toros cuando ésta sigue dando muestras de mayor pujanza, seguimiento, tolerancia y amor por el toro bravo.
En las fotografías de José Luis Abril Antón «carpita» que mete el objetivo de su cámara en el mismo sitio donde se produce el lance y que a veces él mismo tiene que cortar, recortar, correr, saltar y tomar el abrigo de talanquera porque en más de una ocasión el toro ha perseguido al retratista, algunos de los instantes más bonitos de esta espléndida mañana.
La fiesta de la Visitación de Fuentesaúco sigue con toda la pujanza y el interés de esa tierra zamorana en la que el juego con el toro bravo sigue atrayendo como el imán a las limaduras de hierro participada por el jolgorio y alegría de tantos jóvenes como tienen dentro de su propia raíz el encuentro anual en el prado de la Reguera y en las calles de la localidad zamorana con los toros de lidia.
Los caballistas realizan una función primordial llevando la manada hasta el mismo punto en el que se produce el «espante» por un nutrido grupo de toreros quienes a pie y tan solo con un palitroque en la mano son capaces de poner a la fuga y a la carrera toda la manada de toros y cabestros.
Fuentesaúco es la tradición taurina del ayer que no podemos ni olvidar ni perder.
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