Seis novillos toros cuajados, del Rollanejo, la ganadería salmantina del Cubo de don Sancho, duros, nobles, exigentes para con los toreros, sin abrir la boca, cinco de ellos aplaudidos en el arrastre por el público como la fuente de los cinco caños, han sido lidiados esta tarde en Sotillo de la Adrada, para celebrar la festividad local de la Trinidad por tres novilleros que quieren ser toreros con distinto resultado y acierto.
Así el granadino Miguel Hidalgo logró cortar una oreja al que abrió plaza. El toro se llamaba «bonito» y seguramente rondaría los cuatrocientos kilos largos de romana, fajándose con él y sometiéndole especialmente por la mano derecha. Miguel que cuenta con una estatura superior y un aplomo merecedor de mejor suerte estuvo bien con el novillo, practicándole una faena larga en la que hubo un par de series muy aseadas y dominadoras. El novillo iba con fijeza y bravura tras el engaño, incansable, sin hacer ni un solo extraño, con clase y nobleza. Lo despachó de pinchazo y estocada entera por lo que el público le pidió la oreja que le fue concedida. En el «camillero» cuarto que le tocó en suerte, pese a cabecearle algo, tras ser mal lidiado por la cuadrilla, logró meterlo en el canasto pero cuando el animal le tiró por la izquierda un viaje que a poco lo hubiera desgraciado, el granaíno cogió el estoque y le arreó un sartenazo y una estocada algo pescuecera que echó por tierra al animal, recibiendo silencio de la concurrencia.
El navarro Diego Hermosilla a quien le tocó el «facilón» segundo que brindó al público, se le atragantó la exigencia del animal que acudió alegre dos veces a la cabalgadura. Iba y venía con codicia, sin dejar colocar en el sitio adecuado al novillero, pidiéndole el carnet de matador, el buen hacer y el oficio que le falta todavía al muchacho. Una estocada desprendida echó por tierra a la res que recibió la ovación del sabio respetable de Sotillo cuando las mulillas procedieron a su arrastre, en tanto silenció la ovación del espada.
Tampoco pudo lucirse como él hubiera deseado con el quinto de nombre «limeño» al que banderilleó espléndidamente, con un par muy arriesgado, imponente el subalterno Carlos Donaire, jugándose la barriga por asomarse al balcón de la percha del ejemplar del Rollanejo. Fue obligado a saludar entre las ovaciones del público.
El diestro acabó con pinchazo bien señalado y estocada, suspirando la acción acabada con buen pie, ante la exigencia del animal.
Completaba la terna el valenciano Carlos Durán que a la postre fue el vencedor de la novillada, saliendo de la plaza a hombros tras cortar tres orejas, dos al primero de nombre «volandero» que derribó al caballo y tomó tres varas con codicia, metiendo los riñones e imponiendo su ansia y su bravura ante el jaco, en el coso ciudado de Sotillo.
Volandero ha sido el mejor toro del encierro, «raboso» legítimo, imponente, engallado, embistiendo con clase, sin hacer ni un solo extraño, yendo y viniendo como un bravo con dificultades.
Había brindado el novillero valenciano al público y curiosamente la montera cayó de canto en el albero. Luego vendría toda la faena hecha con gusto y ligazón terminándola con una estocada hasta la gamuza lo que le valió el premio de las dos orejas.
Y si la tarde había dejado ya con condescendencia y encuentro verdadero con las esencias de la tauromaquia gracias a unos novillos duros, nobles, encastados y bravos, salió «nebuloso«que recibió cuatro varas, derribó al picador y estuvo muy por encima de los toreros. A Mario Campillo se las hizo pasar putas, tras lancearlo para colocarlo en suerte, obligándole a coger burladero, golpearse con un nido de avispas que le picaron en la cara y le pusieron como un Cristo. A Ramiro Herrero, el subalterno le apretó de lo lindo en banderillas y tras fallar el primer intento con el cachetero recibió un achuchón que le obligó a ejercitar la suerte a la ballestilla, es decir, colocándose por detrás del toro.
El maestro había estado muy valiente, arriesgando la barriga en algunos lances, sometiendo al animal y bajándole la mano para lograr faena. Tras un pinchazon sin soltar y una estocada se le otorgó la oreja del toro. Y digo toro porque aquello no era novillo era un toro bragado, hecho y derecho, con peso, cuajo y trapío digno de las estampas de la lidia, más que de lo que estamos acostumbrados ahora.
Tengo que decir que la empresa organizadora, Espectáculos taurinos y gestión, fue felicitada al final del acto por los espectadores de Sotillo de la Adrada, lugar del valle del Tiétar donde se corren novillos que son auténticos toros de Madrid y donde uno puede encontrarse una tarde tan grata que apetece soñar torerías entre los cuerpos de los mazacotes históricos y antiguos de piedra de Guisando, hasta que llegue la feria de septiembre en donde se volverán a ver toros, de verdad, en el pueblo abulense y hospitalario de Sotillo de la Adrada, entre los sones de Amparito Roca, armoniosamente interpretado por la Banda de música de la localidad.
Ficha de la corrida:
Seis novillos toros del Rollanejo, bravos, encastados, nobles y exigentes. Cinco de ellos fueron aplaudidos en el arrastre. Para:
Miguel Hidalgo, oreja y aplausos.
Diego Hermosilla, silencio y aplausos.
Carlos Durán, dos orejas y oreja. Salió a hombros de la plaza.
(Fotos :Luis Juez)
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