Una nueva empresa taurina denominada ALBERO NORTE que gerencia el joven Carlos Carrillo ha sido protagonista hoy de un festival taurino, con perfecta organización, entendimiento, fe, trabajo y orgullo por los toros, digno de reconocer y antes de empezar a contar el resultado artístico de los toreros que intervenían, en esta ocasión: David Luguillano, dos orejas y oreja; Óscar Higares, dos orejas y silencio; y el novillero Santiago Esplá, dos orejas en el único que mató, es preciso, digo, hablar brevemente de lo visto en cuanto a la organización del festejo.
Se lidiaron cinco novillos de Alcurrucén, excelentemente presentados, con cuajo y romana, lustrosos, tres de ellos aplaudidos en el arrastre y uno, el quinto y último que no hizo honra al dicho popular de «no hay quinto malo», sino que fue bronco, duro y complicado para el torero, aunque el oficio de Óscar Higares suplió las carencias que para la lidia tenía el animal.
Los novillos saltaron al ruedo con la divisa puesta. Fueron anunciados con la tablilla de pesos perfectamente. Hubo un organización empresarial redonda, trayendo el público arropados a los diestros participantes desde el Ayuntamiento y la banda de música, en una procesión cívica y alegre de las de antaño. El tiro de mulillas enjaezado bellamente, con guirnaldas, adornos, cascabeles y banderolas, así con arreos en estado de revista. No es extraño que los espectadores ocuparan casi todo el graderío, llenando la plaza portátil de la preciosa y acogedora localidad palentina de Astudillo.
Hemos conocido a Carlos Carrillo y hablado brevemente con él, al comienzo del festejo. Nos ha mostrado su ilusión por hacer las cosas como es debido, entrar sin prisas pero sin pausas en este mundo empresarial taurino y hoy podemos decir que su bautismo en Astudillo ha resultado sobresaliente. ¡Enhorabuena, empresario!.
Y vamos al festival artístico en sí empezando por el novillero, el alicantino Santiago Esplá, hijo y sobrino de toreros. Tiene vela el sobrino de Luis Francisco Esplá e hijo de Juan Antonio Esplá. Hoy ha demostrado con creces que tiene madera de torero. Supo sacar a los medios el toro con lances ajustados y propinó un quite por chicuelinas y una media estupenda para rematar con la revolera. Toma él mismo las banderillas y, tras brindar al público, coloca tres pares en el lomo del animal, el segundo de ellos haciendo muy bien la suerte y el tercero dejándole llegar al toro y clavando con acierto. El público le ovacionó largamente pidiéndole que volviera a colocar un cuarto par. Al hacerlo, la ovación fue larga.
Santiago brindó al público la faena de muleta que tuvo temple y mando, sometiendo al bravo novillo de Alcurrucén que embestía berreando en ocasiones. Le enjareta pases con ambas manos muy aplaudidos y cuando ya está la plaza entregada, se tira de rodillas para instrumentar unos redondos muy valientes, colocándola a revientacalderas. La ovación es atronadora. Pincha sin soltar arriba, en lo alto y logra una estocada casi entera complementada con un golpe de descabello al primer intento y los pañuelos reclamaron la oreja que le fue entregada por partida doble.
Santiago Esplá que mañana torea en los Molinos es un chiquillo que tiene una extraordinaria afición y sabe colocarse ante la cara del toro, da espectáculo y actúa después como un buen compañero, al estar atento a la lidia de los otros toros, como debe ser.
Y actuaron también los grandes, dos toreros en la etapa ya final de su profesión en este festival. Uno el vallisoletano David Luguillano que puso su embrujo y esencia torera indiscutible en algunos momentos de la lidia de su primer novillo. Luguillano, que brindó al público el primer torete y a Carlos Martín Santoyo el segundo, dio unos preciosos pases por bajo , de dibujo, y una trincherilla doblando el talle como un junco que resaltaron los ¡olés! del respetable. Con qué gusto torea Luguillano cuando está a gusto ante la cara del toro. Y eso que el primero le resultó algo brusquito pues en diversos momentos echaba la carita arriba, al final del muletazo. No obstante el diestro lo sometió bien y acabó con unas manoletinas finales muy ovacionadas. Logró, tras perfilarse, una estocada entera, y las dos orejas cayeron en el esportón de David.
En el segundo de su lote, el toro le hizo un par de extraños y la faena no resultó tan emotiva y bella como la del primero. Además pinchó antes de lograr una estocada perpendicular que no mereció más que una sola oreja del palco.
Óscar Higares pechó con un toro bravo, bueno, noble y entregado, al que hizo gestos ostensibles de salida, llevándose el dedo al ojo, como diciendo que el animal no veía bien, y otro bronco, duro y peligroso que fue despachado de fea manera, al entrar con la espada e írsele a la barriga, produciéndole un feo ojal que deslució la faena. Un auténtico sainete con el estoque del torero.
El mejor toreo lo hizo con el que decía que veía mal. El toro fue recuperando la embestida recta, perfectamente enseñado en los primeros compases de la lidia por Higares. Muy bien con la mano izquierda, logró los mejores momentos de la tarde con torería y temple. La última serie, perfectamente ligada y rematada, arrancó fuertes aplausos del público. Terminó con un abaniqueo en la cara muy lucido. Logró una estocada hasta el mango y las dos orejas fueron para el torero madrileño.
En resumen, Astudillo dio un festival taurino con erales de Alcurrucén nobles, bravos y bien presentados y un novillero que quiere ser torero de la dinastía alicantina de los Esplá, con momentos puntuales de David Luguillano y óscar Higares, ya en el final de una carrera dedicada al toreo y un público jaranero y respetuoso que acudió al recinto taurino dando muestras de su entendimiento y afición. Y las reinas de las fiestas Raquel, Cristina y Sandra que acompañaron a los diestros. Ah! y una joven empresa con un prometedor futuro, Albero Norte, en el mundo de los toros.
Fotos: José Fermín Rodríguez.
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