Este dicho tan popular y conocido que avala la imposibilidad material de estar en dos sitios diferentes a la vez, en una bilocación fantástica más propia del santoral y de la leyenda, es el resultado de analizar la ponencia presentada en el XVIII Congreso Nacional del Partido popular en Madrid ayer mismo en donde se ha defendido la tauromaquia con los aplausos y vítores de la mayoría de los asistentes. Se ha sacado pecho por la Fiesta de los toros y al mismo tiempo se eliminó con un decreto regional en las Cortes de Castilla y León su esencia, su origen, su principio, su raíz histórica y etnográfica y a la vez estigma y repudio del pueblo de Tordesillas por » El Torneo del Toro de la Vega». Es palmariamente cierto que no se puede defender la Tauromaquia y eliminar al mismo tiempo sus raíces. Es imposible.
Por eso en la Villa de Tordesillas bastante gente se ha sentido decepcionada con la medida, legal y política de aprobación y convalidación de un decreto nacido para dar fin a las algaradas violentas y escraches mercenarios que hacían año tras año grupos animalistas y antitaurinos que tienen la obsesión de acabar con la Tauromaquia en todas sus manifestaciones y que vieron en este festejo, piedra angular e histórica del juego del hombre con el toro bravo, el motivo de sus ataques, manifestaciones, gritos, protestas, golpes, violencia, asedio, insultos, atentados contra el medio ambiente… violencia radical pura en una palabra para someter, sojuzgar y acabar con lo que consideraban una «lacra humana» propia de tiempos prehistóricos.
La fiesta de un pueblo, el Toro de la Vega, fue borrada de un plumazo por los políticos, presionados por imágenes, opiniones, medios, grupos y noticias. Quienes mandan y manejan el Boletín oficial, escriben las disposiciones legales que una vez firmes, la sociedad de buenos ciudadanos debe acatar y sonreír, adaptando otras modas, otros métodos, otra forma de entender y de comportarse en las distintas situaciones. Algo así han conseguido en Tordesillas.
Está muy bien que el PP haya hecho explícito apoyo a la Tauromaquia, mejor habría que decir a una parte de la Tauromaquia, encarnada por los profesionales de la montera, porque ya desdeñó, rechazó y prohibió la de talanquera, esa Tauromaquia popular que servía a un pueblo y que orgulloso la conservaba desde hace más de cinco siglos.
Defender la Tauromaquia está muy bien, pero al mismo tiempo eliminar y reprimir la raíz histórica más antigua que se conservaba en España es aplicar el dicho en toda su rotundidad: «No se puede estar en Misa y repicando». Es imposible y además una hipocresía que nunca podremos hacer nuestra, aunque se crea que muerto el perro, se acabó la rabia.

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