Ni los toros de Victorino llenaron el aforo de las Ventas a reventar el domingo de Ramos, como hiciera en la misma fecha el tristemente desaparecido Iván Fandiño cuando se encerró con seis toros de distintas ganaderías y la plaza completó totalmente su aforo con 21.000 espectadores. Unos dicen que el frío, lo desapacible de la tarde; otros que es piedra de toque y fundamento para que los aficionados respondieran, estos que la holganza del bienestar que nos echamos con molicie al coleto y aquellos, pocos pero cada vez más, que ya no encuentran en los albaserrada la fiereza, dureza y genio de otros tiempos…
Lo cierto es que la entrada de ayer de las Ventas en Domingo de Ramos con toros de Victorino quedó empequeñecida con la entrada de hace unos días en Vistalegre. Mucho cemento, demasiado en los tendidos de sombra. Como eso no interesa a la fotografía del relato, salvo para utilidad de los afectados, bueno está saber, conocer, analizar y buscar soluciones a tamaño despropósito, generado por el desengaño y la rebaja de ganas, fuerza e interés que, como una ola, está mojando los pies de la decepción a todos.
Vender humo es muy habitual en este mundo taurino, pero también hay que reconocer que el arte de torear, sin toro bravo, es, como dice Fernando Fernández Román, «una danza anodina» y por supuesto en las duras es donde se ve el aficionado leal, sincero, de verdad y entrega.
El domingo de Ramos, los tendidos de sombra de Madrid no sostuvieron las posaderas de quienes normalmente pagan las corridas con el precio caro de una entrada de sombra y, por aquello de buscar el solecillo primaveral de este invierno que no acaba de irse, toda la concurrencia se fue a la solana, debajo del reloj de la plaza de las Ventas.
Los espectadores son un pilar fundamental para sostener este templo de la fiesta que hoy se ve con grietas y desconchones pues comprando la entrada compensan al organizador de su desembolso económico notable de una corrida de toros. Y como todos queremos más, sin ofrecer a cambio nada o casi nada, pues ahí está la respuesta: Tendidos de sombra vacíos de espectadores. Y porque eran los Victorinos, si no, ni media plaza.
Fotos: Cultoro/ y Julián López
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