Una brava novillada, cuajada y con peso fue lidiada en la primera de la feria de Tordesillas por Ricardo Maldonado, saludos tras dos avisos, oreja y oreja en el que mató por Aquilino Girón; Darío Domínguez, vuelta al ruedo y silencio tras aviso y Aquilino Girón, aplausos a la cuadrilla en el único que mató, pues al intentar descabellar sufrió una lesión en el hombro que le impidió continuar la lidia. Algo más de media plaza en tarde soleada y algo ventosa. Tras el paseíllo se guardó un respetuoso minuto de silencio en recuerdo de Petri Frutos, la mujer de una peña tordesillana fallecida ayer domingo. Todos los toros fueron aplaudidos en el arrastre con mayor o menor intensidad.
La verdad que cuando se oyen las quejas por la falta de oportunidades a los novilleros y la ausencia de festejos menores que las corridas de toros en la programación de las localidades, hoy deberían volverse totalmente contra esas críticas que tienen poco fundamento racional. Y nos explicamos. Hoy se ha toreado, es un decir, en Tordesillas una novillada excepcional de Garcigrande con cuajo, trapío y bravura por tres novilleros, aunque uno de los diestros, Aquilino Girón, sufrió una luxación de hombro que le impidió continuar la lidia, siendo atendido en la enfermería de la plaza y trasladado a un centro hospitalario, únicamente toreó al segundo de la tarde de nombre «rector». Sin embargo, los toreros no han sabido conjugar ni templar ni mandar en la embestida alegre, noble, sin problemas, pero que precisaban se hicieran bien las cosas a estos utreros de Garcigrande, herederos de los antiguos toros de Tordesillas, que han vuelto a la tierra de donde salieron con otra sangre pero con mejor pujanza y bravura.
Hoy en la novillada de Tordesillas de haberla lidiado toreros con experiencia contrastada y mayor oficio estaríamos hablando de otra cosa. Pero en fin, esto es lo que hay.
El que ha aprovechado de alguna forma logrando cortar dos orejas, una en cada ejemplar de los tres que ha debido lidiar, como director de lidia, ha sido el vallisoletano Ricardo Maldonado que abrió plaza visiblemente nervioso ante el «vendedor» del comienzo. Lo recibió con el capote sacándolo afuera y lo despidió con una buena media verónica. Luego en el caballo lo picó Titi Agudo arriba, empujando el animal con los cuartos traseros. La faena de Maldonado tuvo la incidencia de ser volteado sin consecuencias cuando intentaba pasarlo al natural, pues el pitón derecho era el del toro. En uno de los momentos, el utrero le rompió el estaquillador, pero Maldonado sobreponiéndose a la contrariedad se perfiló y recetó una estocada trasera, recibiendo la ovación del público correspondida con saludos desde el tercio.
Aquilino Girón en el único que lidió propinó unas chicuelinas muy ceñidas al «rector», segundo de la tarde, que fue picado por el varilarguero tordesillano Javier Bastida con acierto y arriba, siendo aplaudido. Comenzó con estatuarios su faena muy templados y cimentó una faena con ambas manos por los dos pitones ovacionando el público con fuerza. Tras estocada entera precisó del golpe de verduguillo y ahí fue cuando se dislocó ostensiblemente el hombro, al cabecear el toro tras sentir el pinchazo. Tuvo que rematar la faena el director de lidia, Maldonado, recibiendo el novillo en el arrastre una fuerte ovación.
Y Darío Domínguez, el torero de Íscar, que venía con una pequeña lesión en su mano izquierda, por la que fue vendado en la enfermería de la plaza, al no extender bien los dedos como consecuencia de un corte o contractura, no estuvo con «cocinillo» confiado y entregado, algo que se vio en el saludo capotero al no sacar para afuera el novillo quizás por el vientecillo que no dejaba colocarse bien al torero. Tras una vara larga, brindó al público su faena y empezó con tres pases por bajo con la rodilla flexionada bastante aceptables, pero el temple sobre todo por la izquierda no se vio demasiado, salvo en contadas ocasiones. Tras despenar al novillo dio una vuelta al ruedo, agradeciendo al respetable.
En el quinto de la tarde estuvo mejor, con más tranquilidad, sosiego y templanza. Algunos naturales tuvieron enjundia y se estiró con el encelado animal por la derecha. Pero llegó la espada, el acero y aquello se convirtió en un tormento para el iscariense.
En fin. Darío Domínguez tiene su raza, su decisión y su momento para enfrentarse al toro, pero la cruz la marca el estoque, la espada con la que resulta ser una piedra en el talón molesta y que no acaba de lograr entender pese a su práctica. Hoy se le ha atragantado otro novillo por culpa de la suerte suprema y eso no puede, no debe ocurrir con tanta frecuencia.
Ricardo Maldonado cerró la corrida enfrentándose a un pavo de trapío, cara y romana ya de toro hecho. Un novillo toro con toda la barba que de no haberle cogido la cuadrilla y lidiado horriblemente, sometiéndole de entrada por bajo, hubiéramos visto un toro y un torero especiales para pasarlo fetén. Maldonado toreó a jugueton el toro que correspondia a Aquilino. Un pedazo novillo al que le han dado tres varas. Maldonado lo ha intentado con decisión pero con escaso éxito al pararse el ejemplar de Garcigrande. Estocada entera tendidita y oreja para su esportón.
Al final, la puerta grande de Tordesillas abrió las bisagras para que saliera Ricardo Maldonado a hombros.
Fotografías: Archivo Federación
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