No pasará a los anales de las Ventas la novillada del Conde de Mayalde lidiada hoy primero de mayo en Madrid, con un encierro totalmente falto de fuelle y acometividad, salvo el primero de los utreros, bravo, aplaudido en el arrastre, lidiados por una terna esperanzada a la que solo le correspondió el silencio de los espectadores tras su intervención que llenaron un escaso cuarto de plaza en tarde ventosa aunque soleada. Miguel Ángel Silva, el extremeño de Zafra que se cortó los tendones de la mano derecha con el estoque al entrar a matar es quien ha mostrado un mejor concepto al lidiar el mejor ejemplar del encierro. Clemente, el francés tuvo que matar tres novillos al no salir ya de la enfermería el compañero herido. Alvaro García, mal con los aceros en su primero, recibiendo dos avisos de la Presidencia. Puso ganas y voluntad con el castaño de Mayalde pero la faena quedó deslucida por el viento. Mostró ganas pero eso no basta y más si el pozo no tiene agua. Con la espada pasó un calvario pues no ejecuta la suerte con la rotundidad con que en otras tardes lo hemos visto. El sexto novillo derribó al caballo del picador dándole una costalada de tente y no menees. Su lidia después fue un espejismo al apagarse ostentosamente.
Tres de los novillos intentaron el salto al callejón, dando muestras más bien de escasez de raza y lucha en la pelea que se espera en todo animal bravo.
De los novilleros decir que Miguel Ángel Silva en el único que lidió estuvo muy digno, dándole tiempo al animal que tenía nobleza, haciendo las cosas con cierta soltura y gracia.
El francés Clemente al que se le notaba placeado estuvo muy bien en un quite ante el primero de la tarde echándose el capote a la espalda y citando de frente por detrás. Fueron los aplausos más recios y casi únicos que recibió en la tarde. Clemente quiso pero no pudo en el resto del encierro. Unas veces el viento hacía tremolar la muleta, otras el cabezazo extemporáneo del novillo a mitad del pase, lo cierto es que el francés no se acopló ante la embestida de sus enemigos para ejecutar el arte de torear que consiste en parar, templar y mandar.
Álvaro García que se presentaba en Madrid y que arrastró al tendido una nutrida representación de seguidores que le aplaudieron en todo momento estuvo con voluntad ante el mansote y sin raza, castaño lidiado en quinto lugar con una faena además deslucida totalmente por el viento, mostrando ganas especialmente y colocándole la franela por el lado derecho pero el pozo tenía menos agua que el de Sarepta. Lo mejorcito de su intervención, siendo bastante benévolos, lo manifestó ante el tercero de la tarde, otro Mayalde que se dejó hacer. Pero aquí el calvario con los aceros, espada y verduguillo, fue duro y complicado, recibiendo dos avisos y medio de la Presidencia de la corrida.
En fin, una corrida esta en la que teníamos puesta la mejor de las esperanzas por ver a tres muchachos que quieren ser toreros, pero que necesitan probarse aún más en el crisol de las dificultades. Ya se dice cuando una función resulta negativa, que otra vez será y la próxima no tardará en llegar, pero los fundamentos de un hombre que quiere entregarse a esta profesión tremenda y dura de torero tienen que servir de acicate y estímulo para mejorar y no para hacer peor las cosas. Por dar una definición al festejo de hoy en Madrid, éste sería de pan sin sal y comido en silencio tras silencio. Y no digo más.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez
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