Ayer domingo el coso de Vistalegre inauguró la escultura que la plaza de Bilbao, la Casa Chopera, y los clubs y peñas de aficionados de distintos lugares propusieron y financiaron y que las manos artistas del escultor Javier Lizaso han realizado para captar aquel instante, ese momento, que nos trae el recuerdo de un hombre que dio su vida en el ruedo por lo que quería y amaba por encima de todas las cosas, la fiesta de los toros, hasta que Provechito, herrado con el mítico hierro de Baltasar Ibán, un toro que ni siquiera le correspondía, mató a Fandiño en Francia. Iván Fandiño, el jovial y alegre torero de Orduña que hizo de su profesión el sentido de su vida y que ofrendó la misma en el albero de la plaza de toros de Aire-Sud.
Francisco Fandiño, padre del torero, fue el encargado de colocar a los pies de la escultura un gran ramo de flores mientras que el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y el presidente de la Comisión Taurina de la Junta Administrativa de Vista Alegre, Javier Aresti, procedieron a desvelar el busto escultórico.
Fue en junio del año pasado aquella terrible tragedia que parece queda ya lejos en la memoria y que se avivó ayer domingo en la plaza emblemática de Bilbao.
Fandiño, la escultura de un torero, forjado en hierro, como discurrió su vida, siempre será recordado no solo en su tierra sino entre esa pléyade abundante de aficionados que aún sienten su marcha sin poder dejar ya para los mortales ni una sola tarde de gloria porque torea con Víctor, Manolete, Robles, Granero, Joselito… lances de eternidad.
En el recuerdo, nosotros no le olvidamos. Vistalegre tampoco.
Foto: Rubén Martín
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