Terminó la feria de Nuestra Señora de San Lorenzo en Valladolid en este año de gracia de 2009 y lo hizo cerrándose el calendario taurino del coso del paseo de Zorrilla por esta temporada con una corrida de toros del Puerto de San Lorenzo que sirvió, entretuvo, fue buena y además mantuvo el interés del espectador en toda su extensión. Los toros de encaste Atanasio- Lisardo Sánchez, bien presentados, con cuajo y cabezas inconfundibles de su raza del ganadero Lorenzo Fraile dieron el juego y la movilidad esperados. Cuatro de ellos fueron aplaudidos en el arrastre y uno pitado. Los espadas que se enfrentaron a ellos con las cámaras de televisión Castilla la Mancha en directo fueron Ponce; Manolo Sánchez y Miguel Tendero.
Ya comentábamos en nuestra localidad mi compañero David Hernáez, crítico taurino de la página burladerodos y yo mismo que las hechuras del ganado eran aceptables, dignas de una plaza como la de Valladolid y perfectamente incardinados en el complejo análisis final de una feria que no se ha significado por magisterios exageradamente didácticos a cargo de los matadores, ni tampoco con encierros excesivamente reconocidos y aplaudidos por el desarrollo de sus embestidas y coraje. Hablamos ambos del manso que abrió plaza denombre «playero» pues la res topaba en la muleta de Ponce en lugar de derrotar contra su pared de fina tela y ya estábamos casi predispuestos a seguir aguantando tal y como hemos hecho el resto de días cuando hete aquí que sale por el toril el segundo de la tarde también de nombre «playero» y después el bravo «cantillano» y seguidamente el ejemplar «Clavituerto», un estupendo toro del Puerto al que entendió Ponce con rapidez e instrumentó una faena templada, de oficio, distendida, hermosa en una palabra. El animal estaba en el tipo de los atanasios y Ponce demostró su inteligencia que le ha llevado a ocupar la cima del toreo de estos últimos años. Estuvo con él en torero, dándole una última serie por bajo que me encantó por la plasticidad de su desarrollo. Buscó la igualada y le recetó una estocada de buena realización pero algo, un pelín, caída. El público loco pidió, exigió a voz en grito y con sus pañuelos los máximos trofeos para el diestro valenciano. Pero el Presidente Félix Feliz, aguantando el chaparrón, los pitos y la bronca final que fue de antología, solo concedió una oreja.
Es posible que si comparamos faena a faena de las vistas en Valladolid que se han llevado dos orejas diestros que hicieron el toreo menos efectivo y bellos que el de Enrique Ponce, éste era sin duda acreedor a haber salido por la puerta grande, pero la decisión presidencial es la que es y si la estocada no está colocada perfectamente, es lógico que se retraiga la concesión de trofeos.
Enrique Ponce, vestido de grosella y oro, quería agradar a la afición de Valladolid que le aprecia y le quiere como se demostró esta tarde y por eso brindó uno de sus últimos toros de su carrera profesional al respetable. Se llamaba «clavituerto». Y a fuer de sinceros, cumplió el toro y cumplió el torero. Y a la Presidencia tan solo decirla que es más fácil ser espléndido que cicatero y exigente.
La corrida estuvo completada con Manolo Sánchez, vestido de verde botella y oro, sustituto a última hora del cogido y postrado Miguel Ángel Perera quien recibiría aplausos del público tras sus dos faenas, una más insulsa que la otra, pero ambas con ganas y esfuerzo por agradar.
Muy mal picado el segundo de la tarde. Tampoco fue capaz Manolo de matar a la primera y tras pinchar tres veces logró la estocada. Verdad es que los toros buenos descubren a los toreros cuando están mal o llegan a estar mediocres en su labor y algo de eso sucedió con el lote que le tocó al vallisoletano, ya en la cuesta abajo de su carrera. Lidió a «playero» y a » bailador», éste último ofrecido al público que completó más de media plaza, que apoyó en todo momento al torero pero que fue incapaz de ligar los pases, unos con otros, sin moverse, estático y en el sitio.
Cerró el cartel y la feria Miguel Tendero, de blanco y oro, joven torero albaceteño que apechó con un bravo ejemplar de la ventana del puerto que derribó al caballo y al que le propinó unas muy buenas series con la derecha, gustándose en la suerte. Mal con la espada, recibió un aviso al mismo momento de echarse el toro y aplausos del público.
En el que cerraba feria y corrida llamado «argedon» bien con la capa, jugando los brazos con gracia y salero, sacando al toro al medio y lidiándole con acierto. Con la muleta toreó asentado y, tras haber brindado al maestro Ponce, dio fin al toro, enviándolo al desolladero y recogiendo los aplausos del público.
Resumiento, si la bronca al presidente por no dar dos orejas, cuando es privativo de él y de su criterio dar la segunda de las orejas, es una muestra para que florezca cierta alegría en la fiesta, bien aceptada esté la bronca, la chifla y la pitada. Ahora bien si ello es por zaherir una decisión tomada con completa libertad de aficionado cabal, no se mereció Feliz la pita.
Y acabó la feria por este año. Seguro que echaremos de menos a quienes nos han atendido en todo momento o con quienes hemos compartido charla, afición y amistad. Gracias a Toñi y a Jorge Manrique por las facilidades. A Jorge, el encargado del callejón por su organización; a Sixto el capellán de la plaza por sus palabras de ánimo; a Jesús y a Chuchi, el servidor de la carretilla de cal y las banderillas. A Daniel Hernanz, a Marta, a José Salvador, a Santos Lorenzo y a Vega por su compañía todas las tardes. A José Luis y el resto de colaboradores de la empresa para organizar los accesos. A Gildo y a Serrano por sus atinadas opiniones; a Cachichi por lo mismo y a Fernando Merino, el torero de Valladolid que lo fue que ha sido mi anfitrión, mi guía y mi soporte técnico durante toda la feria. Gracias a todos y hasta la próxima.
Deja una respuesta