Un torero que tiene el fundamento taurino metido en la médula y que sabe aquello de » mano de hierro y guante de terciopelo» lo demostró en Santander José Garrido ante un «horquillón» de Adolfo Martín, corrido en tercer lugar, al que sometió por bajo, con su muleta poderosa, pero que no encontró la respuesta merecida en el tendido. Firmeza y poder son dos cualidades que no parecen estar un tanto al lado de esos grandes aficionados cántabros que acuden, tarde tras tarde, a completar el colorido de una feria amable y especial.
Garrido se enfrentó a dos ejemplares de Adolfo, con solvencia, ganas y temple poderoso, didáctico y con matices esta tarde de sol en el coso de Cuatrocaminos. Incluso con el perraco complicado sordo, último de la tarde, un «murcianito» que llevaba la tragedia anunciada en sus astas y en el estiramiento del cuello que hubiera mandado al hule al buen torero pacense, caso de haberse distraído un pelo en la faena de cierre.
Su compañero de terna, Manuel Jesús El Cid, que abrió cartel y esperanza tuvo momentos dulces, poderosos y jaleados por la concurrencia en varios pasajes de la faena ante «horquillero», animal bravo y encastado, aplaudido con fuerza en el arrastre. El Cid quiere a Santander y Santander quiere a El Cid. Dos faenas con pasajes excelsos de temple poderoso concitaron las ovaciones del respetable, aunque luego el acero le jugó una mala pasada por pinchauvas, perdiendo los trofeos que había bien merecido.
Y Paco Ureña, una muestra evidente de la entrega de un torero, mermado en sus facultades físicas como consecuencia de la cogida días atrás en Valencia que le quebró huesos y pellejo, aunque no obstante compareció en Santander, tocado de apósito en su frente y ostensiblemente bajo de forma. Le tocaron un «bonito» y un «volador» a los que trató de someter con solvencia en dos faenas esta vez de mayor esfuerzo por las contrariedades físicas y el padecimiento dolorido del diestro. EL público le agradeció su gesto y su compañero El Cid le brindó el mejor toro jugado esta tarde en Cuatrocaminos.
La esperada corrida de Adolfo, que tiene ya un azulejo reconocido por su toro indultado la temporada pasada, no fue un dechado de fuerza y raza. Toda ella estuvo a medias, tres toros aceptables y otros tres a falta de algarrobas y avesas de fuerza y bríos. Todos recibieron un solo puyazo. Aunque por ver los albaserradas en un coso ya casi se da por bien empleada la entrada.
foto: Fermín Rodríguez
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