En alguna ocasión hemos hecho mención reconocida a ese ramillete de personas, cada vez más abundante, que acuden con sus máquinas de retratar a los festejos taurinos y en algunos momentos captan, aprehenden el instante de espectacularidad que siempre se da y se precisa para que el lector luego disfrute con su trabajo, con su aportación.
De unos años acá son varios y muy buenos profesionales del «clic», «clic» en los toros como me gusta llamarles con los que he coincidido y por no dejar a ninguno en el tintero recordaré a los de la primera fila, esos que han marcado una época como Luis Laforga, tristemente fallecido cuando la temporada casi abría el telón; Luis Vega, el cadencioso hombre de silencios; José Salvador, rápido y flexible que tiene a su hijo enseñándole con dedicación el oficio; Fermín Rodríguez, que casi siempre me acompaña para cubrir las informaciones en esta misma página; José Ignacio Perelétegui, el salmantino; Juan Pelegrín, el oficial de Las Ventas y de Taurodelta tantos años en el tajo… Pero también hay que citar a otros, a los que van a los pueblos en fiestas para cubrir informativamente los festejos taurinos tradicionales: Ahí está la labor impagable que publica la web del patronato del Toro de la Vega con los gráficos de José Carpita; Enrique Carnero; César Macías, Javi Bernal y otros colaboradores que muestran sus impagables retratos en los que captan un instante, un momento, una curiosidad siempre teniendo al toro como centro de atención de la noticia y de la imagen.
Para tener una muestra de cuanto decimos, queremos colocar tres imágenes curiosas obtenidas hace unos días: La primera presenta a Juan Mora en el festival celebrado en Rioseco a beneficio de los enfermos de cáncer, admirado al ver la voltereta que se da el toro cuando lo saludaba con su capote. Otra es de un salto felino al tendido de un toro y las caras tan singulares, muestra de la admiración, el miedo, el susto, la dificultad añadida de no saber resolver una situación tan embarazosa como esa cuando un toro volando se planta entre la gente espectadora. Por último la tercera de las instantáneas es de hace escasísimos días tomada en Villanueva de Duero, pueblecito vallisoletano donde dan toros para deleite de la afición. El colorado reparte estopa en los maderos de la talanquera y la fotógrafa aficionada desde el suelo, sentada tranquilamente, capta la imagen sin inmutarse tan siquiera.
En fin, estas personas gracias a las cuales podemos tener en nuestra retina la plasticidad de una imagen hacen también su aportación singular a la tauromaquia, gratis et amore, en la mayor parte de los casos para que todos puedan tener el momento preciso de cuanto sucedió en el ruedo de la plaza, en una calle o en el tendido, mientras se jugaban los toros.
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