Hoy mismo se cumplen 31 años desde la fatídica tarde en la plaza de Pozoblanco donde un toro de Sayalero y Brandés propinó una cornada a Francisco Rivera «Paquirri» en la grandeza y culminación de su vida profesional que lo envió a la eternidad. Aquellas grabaciones que pasaron por la televisión, llenas de entereza por el diestro, pese a la extraordinaria gravedad de la cornada, echado en la camilla de la enfermería y diciendo al cirujano que abriera cuanto fuera preciso y cortara lo que tuviera que cortar y ese ¡«eh, tranquilos!» echando un buche de agua, ante el alboroto lógico de cuadrilla, amigos y equipo sanitario por la seriedad de la herida que a la postre acabaría con su vida de fama y dinero, vino y rosas, siguen perviviendo y engrandeciendo su memoria.
Francisco Rivera «Paquirri», el hijo del encargado del matadero en Zahara de los Atunes, que fue marcando paulatinamente su paso por la tierra desde que abriera los ojos a la luz de la vida en la primavera de 1948, hoy será homenajeado en la corrida de toros que va a celebrarse en el mismo ruedo y en cuyo albero derramó su sangre, su juventud, su existencia.
Y en aquella plaza, al frente de la misma, está un amigo de Tordesillas en estos momentos, Luis Miguel Rodríguez González, quien con el equipo de «Espectáculos taurinos y gestión» llevan a efecto la feria anual programando la celebración de importantes festejos taurinos. En el homenaje a Paquirri estarán los toros de Alcurrucén y los toreros de hoy David Fandila y Manuel Jesús «El Cid» quienes harán el paseíllo para enfrentarse en lidia ordinaria a los toros de Pablo Lozano.
Hoy es momento, sobre todo en la localidad cordobesa y blanca de Pozoblanco, para recordar el día emocional de hace ya 31 años cuando la noticia recorrió España produciendo una sacudida triste y doliente en el corazón de todos los aficionados a la fiesta.
Pero Francisco Rivera «Paquirri», padre de Francisco y Cayetano , hijos que suscriben su herencia la reafirman, la ensanchan y la sostienen, sigue en nuestra memoria. Y en ese hálito que recorre las plazas con sus apellidos o sin ellos se deja oler el viejo aroma de Francisco Rivera, su recia trayectoria y su textura de torero auténtico. Así su recuerdo permanece intacto en la memoria de los aficionados y en el corazón de sus amigos.
Foto: Moratalla
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