En 1888 junto a la carretera de Villaviciosa, con diseño del arquitecto Carlos Velasco, se construyó una plaza de toros que cumple en el que nos encontramos el siglo y cuarto de existencia y que viene a celebrar una feria taurina del norte de España, que quiere ser ejemplo de afición y trabajo bien hecho. Dentro de unas pocas horas en el Museo del ferrocarril se hará la presentación oficial de los carteles preparados para este año con motivo de la Feria de Begoña, patrona reciente de Gijón en detrimento de San Pedro, el pescador. Allí estará el crítico taurino Fernando Fernández Román para realizar el parlamento pregonero, acompañado del diestro vallisoletano Roberto Domínguez, en la actualidad apoderado de El Juli y los representantes de la empresa adjudicataria del coso, Circuitos taurinos, que dirige Carlos Zúñiga.
Que unas venerables piedras como las del Bibio cumplan 125 años de existencia acogiendo las corridas de toros es motivo más que suficiente para estar contentos y orgullosos porque no hayan sido derribadas y transformado su solar por el urbanismo salvaje que tanto daño ha hecho a las personas, a los pueblos y a las ciudades en otros lugares y en otros tiempos no tan lejanos. Aquí y en este caso, gracias a quienes defendieron sus muros y estuvieron a la vanguardia para documentarlos, el Bibio fue declarado monumento histórico artístico con la categoría de Bien cultural, por lo que quedó integrado como un edificio singular histórico más del catálogo de la ciudad de Gijón.
Ya son más de doce años en los que Carlos Zúñiga, el empresario taurino vallisoletano, accede a dar la feria en la temporada veraniega en dicha plaza. Año a año, la misma ha ido alcanzando un prestigio y una aceptación entre los aficionados digna de figurar entre las mejores del Norte de España con Bilbao y Santander. Sus tendidos añosos, recién pintados, con el ornato propio de otro tiempo, cuidando el detalle ornamental dan un encanto especial a este singular recinto taurino, acogiendo a los espectadores que quieren disfrutar una semana de toros.
El Bibio, ciento veinticinco años después, descorre sus cerrojos para dar cabida un año más a una singular feria con la efemérides por guinda y remate de un tiempo en que los taurinos amaban su profesión y sus cosas, destacándolas por encima de otras muchas y haciendo ver a todos que la vocación, el gusto por lo bello y la sapiencia en el ejercicio de su trabajo, revitaliza su propia vida. ¡Felicidades a El Bibio y que cumpla muchos más!.
juanma dice
me gusta gijon y ir a los toros en verano.