Una corrida de toros, para plaza de superior categoría, de la ganadería de Garcigrande (1º;4º,5º y 6º) y Domingo Hernández (2º y 3º) ha sido lidiada en tarde desapacible con lluvia intermitente y tres cuartos de plaza en el aforo permitido por Manuel Escribano, oreja y ovación. Juan del Álamo, oreja y oreja y Román, ovación y dos orejas. El último toro de la corrida, de nombre «apostante» fue premiado con el pañuelo azul, como reconocimiento a la bravura del ejemplar, a su presentación y al comportamiento de todo el encierro.
La plaza de Valdehuertos tordesillana echó una gran corrida de toros en el que cuatro toros fueron aplaudidos en el arrastre además del premiado con el pañuelo azul en este peculiar lunes de la peña, tan extraño y difícil para el vecindario de la localidad como consecuencia de la situación sanitaria que no ha podido celebrar encierros de toros ni el Toro de la Vega como es habitual en estas fechas festivas de septiembre.
Manuel Escribano recibió al primero que abrió plaza muy serio por delante y de buenas hechuras. Escribano ha estado con oficio con el toro, sacando dos series por el pitón izquierdo. Perdió los trastos en uno de los cabezazos del toro y cesó el pasodoble. Tras la estocada recibió una oreja. Ante su segundo al que lo recibió con dos largas de rodillas, lo puso en suerte y realizó un quite a la verónica. Comenzó la faena con tres pases cambiados por la espalda para torear asentado a un toro que, sin humillar del todo, fue noble y se dejó torear hasta que decayó la emoción. Con las orejas perfectamente ganadas por su faena, las perdió con los aceros, pues tras media estocada trasera y tendida se atascó con el descabello. Un aviso y ovación del público.
Juan del Álamo toreó bien a la verónica al segundo, con el hierro de Domingo Hernández, un toro al que propinaron dos largos puyazos en el caballo. El toro fue manejable dentro de unas embestidas en las que echaba la cara arriba. El salmantino le planteó una faena de entrega y actitud logrando los mejores momentos con la mano derecha. La mejor, rematada con uno de pecho rodilla en tierra. Pinchazo, estocada algo atravesada y oreja. Cuando paseaba la oreja, la lluvia dejó de mojar a todos y los paraguas se plegaron.
El quinto fue un toro serio y exigente, «afrutado» de nombre , cinqueño largo de edad, con el que Juan del Álamo estuvo muy bien con el capote y posteriormente en la faena logró templar la embestida del animal. Con ganas Juan de tirar para adelante remató al toro de una gran estocada, recibiendo la oreja.
Román, ante el duro colorado de Domingo Hernández de nombre «descabalado«, hacía gestos ostensibles al palco llevándose el dedo al ojo, queriendo hacer ver que el toro no veía bien, produciéndose cierto desconcierto en la lidia en la que los subalternos no fueron capaces de lidiar con aptitud profesional. En la faena de muleta, el toro no dio muestras de defecto alguno y el diestro planteó un cuerpo a cuerpo de gran intensidad y entrega, con exposición. Una estocada caída y tendida le hizo acreedor de una gran ovación, saludando desde los medios.
Y salió el sexto, un precioso y bien armado ejemplar al que Román toreó, ahora sí, con entrega, temple, galanura y poderío. Una faena emocionante donde no faltó un desplante de rodillas y un tropezón ante el toro, saliendo trastabillado indemne de la cogida. Su estocada arriba y golpe de descabello le hicieron acreedor a las dos orejas.
En resumen, una corrida del Lunes de la Peña en Tordesillas con toda la barba, edad y excelentemente presentada, con lo que la emoción recorrió otra vez el tendido de la Villa tordesillana que recordó con un minuto de silencio a las víctimas del Covid y escuchó el Himno Nacional antes de romper el paseíllo, interpretado por la Banda de Música que dirige Pepo Núñez Ventosa.
FOTOS: José FERMÍN Rodríguez
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