Madrugaron los Reyes Magos de oriente para traer a la finca el Pisón de la localidad palentina de Calzada de los Molinos, muy cerca de Carrión de los Condes, sus nuevos inquilinos, una vez herrados, marcados a fuego en una jornada ganadera entretenida, con un sol espléndido y temperatura ideal. Estuvieron presentes sus ganaderos los Hermanos Caminero Pérez, tanto Pedro como Jesús y Asunción, José Manuel y Concepción, además del patriarca de la familia Simón, armado con bastón en ristre ya casi utilizándolo más para señalar como largo dedo que para apoyarse, debido a la recuperación de las lesiones y cojera sufridas el año pasado al resultar cogido por uno de sus toros, y de su esposa, la servicial y siempre atenta María Jesús Pérez, organizadora de la intendencia excelente, gustosa y exquisita, para todos cuantos nos dimos cita en esa mañana víspera de la Epifanía del Señor por tierras palentinas.
Era día elegido para el herradero de los becerros nacidos en el 2012 y en la corraletas una treintena de reses se agolpaban nerviosas esperando el momento de su marca al fuego, su vacunación reglamentaria antiparasitaria y el spray reconfortante que cicatriza y cura la quemadura de la piel. Al final de una moderna manga de fábrica con vallas metálicas, el mueco donde uno a uno los animales van siendo sometidos a las faenas propias de este menester ganadero, marcándoles a hierro candente su número, guarismo y el símbolo acreditativo de la ganadería propietaria. Muy cerca pacen en silencio una cincuentena de vacas en uno de los cuarteles, mientras en otro, seis novillos erales, cuajados y lustrosos alzan la gaita ante el barullo y dos de ellos se dan una solfa de campeonato, en tanto el tercero. un colorado, espera tranquilo a que terminen de zurrarse la badana sus hermanos para arrear al que pierda en la pelea. Ya se sabe que en esto de las peleas de toros, además de cuernos, penitencia.
Por lo pasadizos de las corraletas tres agentes de la guardia civil presencian las evoluciones, mientras que Serrano, el amigo de la familia, anota en el acta de herrado el número de crotal con el nombre del animal, constituyéndose poco menos que en el padrino de la saca. «Encantador» es el primer becerro que se hierra, seguido de «escondido» y de «dormilón«, y así hasta los quince ejemplares que componen la saca del 12, con el que cierra el cómputo, en esta ocasión «jugarreto», un becerro como todos sus hermanos de camada de buena alzada y peso. Todos los animales son hijos del semental de los hermanos García Jiménez que pasta pacífico en su cuartel con cuatro vacas que le acompañan.
Los ejemplares, auténticos «jandilla«, inimitables en su conformación craneal, salen airosos del cajón. Levantan la penca del rabo y en algunos momentos se encaran con más de un mirón de las cercanías.
Luego tras la pausa de un tentempié conformado por chorizo a la brasa y panceta a la plancha, regado con vino tinto, fresco, del porrón que apetece a las horas en que se desenvuelve este aperitivo, se marca a las hembras, otras quince que pasan una a una por la prueba del fuego, dejando el acre olor a pelos chamuscados y torreznos fritos por la ganadería. «Felina» , primera de las hembras en pasar por el tamiz y «descolgada«, una burraquita preciosa, ágil y menuda que salió con galope y de un brinco se plantó en la puerta de la cancela. Terminó la faena con la última de las becerras que llevó el nombre de «fulana» y que cerró las labores camperas.
Después todos, la familia y los invitados entre los que se encontraba el diestro Raúl Alonso y los novilleros medinenses David Santos Boya y Javier Casares, se dieron cita alrededor de la mesa para compartir el pan y la sal de una alubiada de antología y de patatas con costillas, hechas con sainete picantillo, cocinadas por María Jesús y sus hijas con que obsequiaron a la concurrencia. Y mientras se charlaba de toros y de lo divino y de lo humano entre unos y otros, un pavo real de Caminero, de nombre «galiano», se paseaba ufano por el patio de la finca entre la gente desplegando de vez en cuando su cola de plumas de colores, para que mi amigo Fermín Rodríguez lo retratara.
En fin, la hospitalidad, la acogida, el afecto de siempre y la amistad lucieron con la estupenda mañana pasada en el Pisón gracias a toda la familia Caminero Pérez, mientras veíamos cómo la bravura sigue vigente, con esfuerzo y trabajo, por esas tierras de Palencia.
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