Hoy se cumple el año de la firma de la Ley por la que se declaró a la Tauromaquia como Patrimonio cultural del pueblo español. Desde entonces acá ha transcurrido un año y, pese a su conformación legal, los ataques han sido cada vez más duros, más beligerantes. más violentos por parte de los animalistas, entidades que deberían ser proscritas y perseguidas cuando utilizan los métodos de la violencia y conculcan las leyes vigentes a su capricho, modas e interés. Ha llegado el momento que los taurinos, como decía el editorial del portal «Mundo toro» reflexionen y actúen sin tapujos y en abierta claridad. «Hemos sido farsantes. Porque un hombre o una mujer que es incapaz de defender hasta el límite de su sufrimiento sus principios, es un farsante. En realidad, no tiene principios. Qué nos ha pasado a todos para serlo es un enigma de proporciones oceánicas. Quizá hemos exagerado nuestro contenido ruin que nos lleva a la querencia de las guerras fratricidas, del bellaquismo entre hermanos. Puede que la cobardía se apoderase de nuestra alma. Quizá pensamos que éramos intocables. Puede que sólo fuera por la prepotencia del ignorante o que somos hijos de la desidia y parientes del avestruz. Sea como fuere, hoy, Bogotá, 12 de noviembre de 2014, la farsa ha caducado».
Esconder el ala no sirve de nada, ni tampoco dar de lado al problema aunque directamente lo tengan otros. Así ha venido sucediendo en el Mundo taurino entre los innumerables festejos taurinos tradicionales y los profesionales conocidos como formales o reglados en plazas cerradas. Unos, empecinados en un error que los acabará, solo consideran tauromaquia la que realiza un torero vestido de luces ante el público en un coso. Otros, quienes entienden que la Tauromaquia es un todo, un gran abanico con innumerables varillas en las que los festejos taurinos están entrelazados unos con otros en el bien general y en su organización: Los encierros, capeas, probadillas, tientas, toros singulares de los pueblos, de fuego, de cuerda, de cascabeles, de corro…conforman un todo único e indivisible, imposible de separar, con distinta presentación pero con la misma raíz.
La Asociación Internacional de Tauromaquia (AIT) expresa su satisfacción al comprobar que esta Ley ahora nos da paso a la protección del Patrimonio Cultural Inmaterial de ese país, con la aprobación en Consejo de Ministros del Proyecto de Ley que amparará a partir de su sanción por las Cortes españolas, a todo el conjunto inmenso e invalorable que conforma el Patrimonio Cultural Inmaterial de este país.
Le cabe a la Tauromaquia el gran honor de haber impulsado la acción legislativa necesaria para que esto haya ocurrido, pues fue la mencionada Ley 18/2013, la que se ordenó la adecuación de la legislación española a las pautas contenidas en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
De esta manera, paso a paso se va consolidando el entramado legislativo que permitirá no sólo enfrentar las inmerecidas arremetidas en contra de la Tauromaquia como parte de nuestro patrimonio cultural, sino que a la vez concretará los mecanismos administrativos necesarios para lograr los objetivos de identificación, documentación, investigación, inventario, preservación, difusión, conservación protección, promoción, valorización, revitalización, y su transmisión (básicamente a través de la enseñanza reglada y no reglada), previstos en los artículos 13 y 14 de la citada Convención.
Otro paso pautado en la Ley es el de presentar una candidatura colegiada de la Tauromaquia, con otros países taurinos de Europa y América, para su ingreso en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, lo que implicará su justo y merecido reconocimiento universal.
Es verdad que siguiendo al pie de la letra la Constitución de todos, el gobierno y las instituciones están obligadas a velar por ese patrimonio. Pero es mentira. Ni el gobierno ni los distintos gobiernos autonómicos o municipales velan por ese Patrimonio de forma eficiente, firme y comprometida, produciéndole un repudio, rechazo institucional y una situación de ilegalidad por desamparo y dejación de esa obligación. Es decir, que esa declaración como Patrimonio es papel mojado, una tomadura de pelo, una pantomima. La ley es una ley fantasma que ni protege ni a ampara ni, por supuesto, fomenta la tauromaquia como debiera.
En fin, aquel paso que se dio fue importante, aunque no se haga demasiado por aplicar su articulado, su doctrina, su texto legal. Tal vez como sucede con tantos y tantos cuerpos legales que siguen siendo hojas de papel mojado que en poco tiempo se transforman y el viento los arrastra por las calles como papeluchos despreciables y sin sustancia.
Solo la unidad y organización del cuerpo taurino, acogiendo a cuantos sienten la Tauromaquia en su seno y en la modalidad que los pueblos ejerzan, podrán tener sentido y servirá para continuar en la brega y en la lucha de cada día. Eso es algo que a todos nos atañe.
Foto: Dolores Leal.
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