El siguiente artículo está escrito por JOSÉ RAMÓN MUELAS GARCÍA y en él se analizan, razonan y opinan las cuestiones taurinas más candentes que atañen a todos en estos momentos. José Ramón es un hombre de la talanquera, del toro corrido popular, pero que también sabe apreciar el esfuerzo de los de montera. Pese a lo largo y denso del texto bueno es que los aficionados lean y piensen en ello.
«Movida anda la cosa torera estos días de difuntos. Cruzado el Mar Tenebroso, manifestación de la montera en Bogotá tan poco concurrida como las de los antitaurinos pero con muy lucidos nombres en la vanguardia; un alcalde modernista de aquellos pagos dice que con él no van las sentencias del Tribunal Constitucional, que no se torea y ya está: No se torea.
Cruzadas las Sierras –perdón por utilizar tan medieval término- manifestación de la montera en Madrid para apoyar a Bogotá y de paso pedir al Constitucional que se cumpla la ley de aquí; vamos, que levante la prohibición de Barcelona; también resultó poco concurrida y también acudieron lucidos nombres.
Figuras, ganaderos, un puñado de “aficionados serios”, algunos novilleros… se manifiestan civilizadamente en una y otra orilla, leen discurso propio del tiempo quejando de la injusticia con toda razón y ya está. Siempre ya está.
En una y otra orilla, o bien los tribunales constitucionales pintan poco o es que como decía Manolo Sánchez cuando le preguntaban por su alternativa, “el arte no admite prisa”; cualquiera sea la causa, produce el mismo efecto: Un grano menos en la granada de la montera.
Si las cosas van así con un gobierno que apoya decididamente a la montera. ¿Qué sucedería si mañana ocupara el trono otro gobierno menos torero o antitaurino?. ¿Valdrían para algo las rimbombantes declaraciones de patrimonio inmaterial, bien cultural y similares?. ¿Las llamadas al respeto, a la libertad etc …?.
Cartas sobre la mesa para esbozar respuesta. Si cierro una plaza de toros, que sucedería?; nada, todo lo más un llanto de Jeremías en la sección taurina de El Mundo y alguna manifestación que terminaría merendando lechazo –como pasó en Barcelona- para mitigar penas. ¿Pero no es el segundo espectáculo de masas?. ¿Cómo se van a quedar calladitos siendo tantos?.
Esta es la clave: cuántos y cuánta guerra pueden dar.
¿Tantos toreros?. Sí, millones, pero no en las plazas de toros. La turba torera está en las talanqueras!. El año 2.013 se celebraron en España (según el Ministerio de Cultura) 1.858 funciones de montera, incluyendo en ellas hasta las dadas por los enanitos toreros (de gran interés, por cierto); de ellas, 475 fueron corridas de toros, 233 novilladas con picadores y 221 novilladas y corridas de rejones; el resto, “menores”. ¿Cuántas novilladas sin picadores son puras funciones de talanquera?.
Y sin embargo se dieron 13.815 “festejos populares”!, aunque aquí la estadística reconoce que han sido más. Cualquiera que haya ido a unas cuantas corridas y a unas cuantas funciones populares habrá comprobado que en las plazas se ve demasiado cemento y en las troneras de las empalizadas no se ve hueco.
Lo decía un concejal de Mota del Marqués gratamente sorprendido al ver la villa abarrotada porque soltaban un toro-toro desde cajón:
– esto es admirable!
Wally está en las talanqueras, no en el tendido de sombra, aunque el pobre Wally sea secuestrado por los estadísticos monterados para llenar vacíos y justificar la corrida como “patrimonio cultural inmaterial”. Se dice bien!. Wally estaba el sábado en Íscar, en Muduex, en Traspinedo, en Medinaceli etc .. pese a los fríos y a las aguas. Pero …. ¿No ha terminado la temporada taurina?. No, la tradicional ya no termina; ahora viene el San Nicolás de Madrigal. ¿A que mete más gente que el ciclo completo de San Pedro Regalado en Valladolid?.
Sólo pararemos en Navidad para recogerlo en Enero, porque estas funciones que organizan y pagan las asociaciones taurinas populares con sus ayuntamientos (de izquierdas y de derechas) son el verdadero patrimonio inmaterial, el verdadero producto de una Cultura, lo que siente un pueblo como auténticamente suyo, lo que se viene haciendo desde siglos pese a la ristra de represores que han intentado terminar con ellas so color de modernidad.
Así que si cierro una plaza de toros no pasa nada, pero si cierro una talanquera tengo la música garantizada; y además, con esto de Internet puede que la música durara todo el verano. Música de dulzaina, se entiende, de la que toca Jorge Bayón en el Toro Vega, de la que bailan las chicas el Martes de la Peña en la Plaza Mayor, o las mujeres en las talanqueras de Cuéllar, de la que enciende la sangre llamando a lo hondo, de la que cruza los cables, de la que resucita a los muertos para combatir metidos dentro de los vivos. ¿Quién es tan tonto como para prender la mecha?. ¿Queda clarito por qué en Cataluña corren los bous y la Monumental va camino de ser mezquita?: Cuestión de música.
TALIBANES Y PESCAÍTOS
Los aficionados de montera saben (sabemos) todo esto, por eso hay división. Unos queremos toro como el que describía (es un decir) el Libro de la Sabiduría: “Omnibus mobilibus mobilior sapientia” / «La sabiduría se mueve más que todo lo que se mueve»; emoción, incertidumbres resueltas, obra cuajada de humanismo que a base de saber y miedo nos haga reencontrarnos con Don Quijote, Velázquez, el pintor numantino del Vaso de los Toros, el Homo Antecessor de Atapuerca y el resto de la tropa que ha parido nuestra Cultura. Así entendemos la corrida.
Nos llaman “talibanes” desde que hace años un dibujante de El Mundo publicara cierto chiste asimilando a los barbudos del Toro Vega con los barbudos afganos; el pobre hombre, como producto de la LOGSE, ignoraba la importancia de la barba en nuestra Cultura desde que los godos legislaron tal asunto o posiblemente ignorara nuestra Cultura. Nos hizo mucha gracia porque el chiste reflejaba sus miedos, su esquizofrenia.
Nos sentimos tan bien viendo torear a Joselillo o a José Ignacio Ramos como corriendo el Toro Verdejo de Rueda o cabalgando llanadas de Medina. Y no vamos a las plazas porque Ramos no torea (lo dejó aburrido) y Joselillo, poco; y además sólo les calzan muertos como el comendador D. Gonzalo de Ulloa, el del Tenorio, muertos a los que ahora llaman “toros duros” cuando debieran llamarlos marmolillos o marmolazos, como el comendador, en fin.
Vamos a las talanqueras porque el brío, la fuerza, lo imprevisto, la galanura, la verdad, incluso lo imposible, campean a sus anchas hasta revolver cielo y tierra con la espada sobre la cabeza y el corazón latiendo por el ansia de superar miedos. Esa cruda mezcla de pureza y sensualidad destila aroma a feromonas como Dª Inés, la del Tenorio (¿Son días de ello, no?); y de la colonia a las feromonas hay un abismo.
Otros quieren arte industrial, diversión de película, virtualidad; algo muy realista pero que no sea real; como en La Sexta, donde acuchillan y destripan a treinta o cuarenta en un momento para mayor gusto del espectador que lo disfruta sabiendo que son cosas del cine; el mismo espectador y cine que luego se escandalizará con “eso” de Tordesillas.
Quieren la Arcadia Feliz de las salidas a hombros; disfrutar como los pervertidos romanos en un circo cómodo, fresco, sombreado, bebido y comido pero a diferencia de ellos, con el menor volumen posible de miedo real, de dificultad, de incertidumbre; sacar un sobresaliente sin estudiar. Y así han impuesto el «toro tocinillo» que aunque también puede matar, es poco probable, ya que si sale recio la caballería acorazada le pondrá a punto de arte; y si sale listo, será despachado a la buena de Dios so color de que “no es toreable”.
Pocos han leído un tratadillo de estética, menos han sentido el trallazo a sábana rota que produce el toro cuando te trinca y casi ninguno se ha visto presa inerme e inerte ante el de los ojos rosas, pero no veas como lucen eso del “arte” y el “peligro” y el «amor»!.
Un arte arcano, de iniciados preferentemente sureños; un arte fundado en axiomas belmonteños y joselitescos conservado en formol; un arte necesitado de ídolos, cerrado a los nuevos, que pagan por torear; un arte que desprecia lo que no sea él. Arte excelso frente al criminal negro, afeminado ballet frente al tocinillo.
Un peligro teórico, folletinesco, de Carmen, de Sangre y Arena, de Picasso y Hemingway ejecutado por un toro al que aman con televisionesca pasión porque nunca han sentido cómo el de negro quiere matarlos con todas sus ganas, ya que en ese caso, amas al toro, pero de otra manera.
Son los “pescaítos” o elementos del «conjunto pescadería«. Especie única al modo del oso panda; ve que se extingue, que la extinguen, y en vez de afilar las garras no hace más que comer bambú tierno en la jungla preñada de minas, tumbarse al fresco esperando que el emperador haga cumplir las leyes que prohíben su caza y quejarse al compás de España Cañí…. Mira tú el emperador!. A éstos no se les mete en la sangre su padre y su abuelo exigiéndoles guerra al gabacho que les insulta cuando entran cabizbajos a la plaza:
“No somos como ellos, perderíamos toda la razón si nos comportáramos así”.
Y se quedan tan satisfechos de su urbanidad!. ¿Y el honor?.
Talibanes y pescaítos conviven pero no congenian. A los talibanes te los encuentras en la Vega tordesillana, tras la maroma de Villafrechós … donde menos te lo esperes. Los pescaítos de la real Maestranza de Sevilla, del Madrid puro etc … te los encuentras en las conferencias de postín donde siguen con los toros de Creta, “este año estoy muy preparado”, árboles genealógicos ganaderos con raíz cartujana y en fin, lo de siempre; también los hallarás en las corridas de postín.
Maximalistas, tienen por machaca a Prometeo, el que enseñó al hombre cómo domesticar bestias, el que regaló la luz.
NOSOTROS LOS DE LA BOINA Y TALANQUERA
Luces por luces, los de la talanquera celebrábamos en Medinaceli estos días de sombra la magna ceremonia fundamental de la luz; allí nos la procuran unos mozos llenos de barro y vestidos con señorial mono gris a los que llamamos jubilares. ¿Poco torero eso del mono?. Recuerda, lector, a Calderón:
“pues aquí, a lo que sospecho,
no adorna el vestido al pecho.
El pecho adorna al vestido! …”.
Eso sucedía en la helada noche soriana durante la función ceremonial del Toro Jubilo. De ella han (hemos) escrito miles de folios, pero no conseguimos que declare la esfinge. Guarda su secreto, esboza sonrisa y parece decirnos:
“Seguid estudiando hijos, la Gran Obra pide sacrificios; tomad una gota de elixir y seguid, que ya lo decía Manolo Sánchez, el arte no admite prisa” (Qué famoso es el buen Manolo Sánchez!. Hasta la esfinge le conoce!).
Pues lo que es la libertad, la democracia, el derecho y estas cosas; cuando 3.000 jubilares degustaban las mieles de tan recia ceremonia, aparecieron 50 animalistas protegidos al uso de la Tierra por sus correspondientes guardias civiles, se tumbaron en el árbol de la vida al que debía uncirse el toro, y lanzaron al viento sus complejos de inferioridad reconociéndose iguales a las bestias mientras los guardias evitaban que algún jubilar terminara la astracanada por la vía rápida.
La plaza era un silbido, una olla a presión que no explosionaba por la superioridad numérica y de material de los guardias; luego, las detenciones de costumbre, las identificaciones de costumbre cara a la galería y al final –como bien sabemos en Tordesillas- agua de borrajas: Son las nuevas técnicas de la represión, la ingeniería postmoderna que todo subdelegado que se precie debe practicar u obedecer so pena de parecer incompetente en Madrid y en Bruxelas.
Tras larga demora comenzó la ceremonia. Bastó el vibrar de la maroma para que al tiempo aparecieran nuestro pasado, presente y futuro. Nuevos prometeos, los jubilares comenzaron la ceremonia de entrega. Primero el espíritu de Pueblo, y se arrojaron al unísono sobre el toro; luego, la tierra, y cubrieron de barro al toro Islero; luego el trabajo, y colocaron la gamella; luego el fuego de los dioses convenientemente cristianizados, y prendieron las antorchas y los cuerpos santos; luego las técnicas, y golpearon con cayada de pastor numantino para encajar las bolas. Por fin, el catalizador desencadenante; un hombre armado de falcata se mete en el reactor, corta y libera a la esencia del mal, al toro de fuego, mano armada de Natura con que nos castigan los dioses por haber robado el fuego. Pero ¡oh sorpresa!, en vez de pedir perdón a los dioses … es toreado!. La Castilla del Conde Garcí Fernández y de D. Juan de Padilla revive de golpe.
Los principios para dejar de ser bestia, las capacidades para ser hombre, tomaban forma en la noche medinense pese a que la enseñanza no fuera gratis porque el toro, el mal, la antihumana Natura de Darwin, oponía la mayor resistencia posible y causaba bajas. Otro mundo, otra dignidad, otro futuro al que no llegamos nunca pero que vislumbramos a la luz del Jubilo mientras cuestas abajo se perdían entre sombras las camionetas de guardias y los torvos animalistas cuya promesa de futuro es la noche animal.
UN LIVIANO PESCAÍTO
Visto el abuso represivo de Medinaceli, la torería montaba en cólera. ¿Tiempo de unidad?. Sí, tiempo de unidad, que como no podía ser menos trataba de boicotear el sabihondo pescaíto de turno. Esta vez no fue Dragó, o Reverte u otros pescaítos literatos,sino Vicente (creo) Zabala de la Serna, crítico taurino de El Mundo, hablando por lo que había visto en la televisión (Dios mío!):
“…habría que trazar una frontera para evitar que se relacione el toreo con el Toro de la Vega o el Toro de Fuego …A quienes amamos el toro bravo … , ver en la televisión las imágenes de ese toro incendiado, empapado en cera ardiente bajo las bolas del infierno, nos repugna ..”
Y concluye muy serio tras llorar la crisis de la montera-:
“Convendría iniciarse en un posicionamiento definido ante ciertos y abominables festejos populares tan lejanos al arte del toreo y su regulación”.
La liviandad es hija de la soberbia y ésta de la ignorancia, la mala crianza y poca cristiandad, por eso se ha recomendado siempre al hidalgo castellano usar de la gravedad, lo que Zabala no hace. Peca de liviano hablando de lo que ignora y trafullando lo que sabe. ¿Quiere trazar fronteras, quiere posicionarse?. Que no se moleste, ya están architrazadas y archiposicionadas: Los pescaítos son enemigo, tan enemigo como los bestialistas y por eso no pasa nada, pero por lo menos infórmese, decir todo un pontífice de la información eso del “toro incendiado, empapado en cera ardiente” es melonada –aparte de mentira- porque a los diez minutos se embarcó a Islero tan tranquilamente y pasado mañana sale parar ser corrido en otra función de fuego. Este Islero sí que es un profesional!.
Para no ser negativos le daremos la razón en una cosa, los “festejos populares” -como llama a nuestras ceremonias- están en las antípodas del arte del toreo fino, porque a las talanqueras no vamos a divertirnos, sino a resetearnos; no vamos a holgar, sino a encontrarnos; no vamos a ver a las amistades, sino a cumplir la milenaria obligación de reunirnos el grupo cultural que tiene como raíz correr los toros; no nos arreglamos ni nos perfumamos, que al combate se va en mono; no tenemos protocolos versallescos, sino fuero y fazañas .. vamos, que nada tenemos que ver con el toreo de la pescadería, aunque sí con el toreo talibán donde la voz arte toma su sentido humanista pleno, puramente prometeico.
En estos días de difuntos unos comemos oblada y echamos un cigarro al pie del sepulcro de nuestros mayores porque nos consideramos eslabón de cadena, nada más; otros celebran Halloween porque es más progresista; nada censuramos, nada queremos prohibir, pero por el amor de Dios. ¡No me obligue a disfrazarme de esqueleto!.
Unos vamos a las talanqueras buscando bienes inmateriales; otros a la corrida buscando placer estético. Allá cada uno, pero el señor Zabala pierde el tiempo en echar cortinas de humo ante los bestialistas y resto de modernos queriendo hacerles ver que la pescadería no es la Vega tordesillana o la plaza medinense; ellos lo saben y no le van a hacer el menor caso; nosotros lo sabemos y tampoco vamos a hacérselo; hoy la movida sucede en coordenadas donde las pescadería no pinta nada ,porque en la movida son necesarias fe ciega, disciplina … y combatividad (sensu stricto); por eso somos objetivo capital; saben que el día que se rindan las mesnadas tordesillanas o medinenses (cosa poco probable a la vista del relevo generacional) se merendarán la pescadería en un santiamén. Mal lo tienen, sr. Zabala.
Quiera Dios que la luz de Medinaceli ilumine las cajas de pescado mojado, salpresado, truchuela y cecial para que vuelva a casa la hija pendona monterada, renegadora del padre, triste y sola como Fonseca, Celestina deslenguada y perdida entre falsas galas.»
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