Y a punto de ocasionarse un conflicto de orden público, con varios guardias civiles protegiendo el palco, ante la negativa de su Presidente de devolver un segundo toro de los Bayones, quinto de la tarde, que arrastraba ostensiblemente las patas traseras y alterarse algunos espectadores que se encararon con el abalconado, presidido en esta ocasión, como en toda la feria, por Javier Fernández Cisneros.
El Presidente que ya había devuelto el corrido en tercer lugar y que correspondía su lidia y muerte a Víctor Barrio recibió los improperios de varios espectadores enojados con el mal juego de los toros, como si el usía tuviera la culpa de que salgan así de inválidos los de la corrida que, además corren el encierro por la mañana, dándoles una soba de padre y muy señor mío y se lidian por la tarde, algunos de ellos tras haber sido anestesiados por salirse del recinto por donde debe transcurrir el encierro cuellerano. Además no tienen en cuenta que en plazas de tercera solamente se exige un sobrero.
Ahora seguramente se convenzan los responsables municipales que la caída de espectadores y asistentes a las corridas en las que hay que pagar la entrada puede que se deba a esa falta de seriedad para con el público, echando reses inválidas y haciendo creer que todo es tan bonito y elegante cuando el torero debe enfrentarse a ellas.
Hoy los toros de los Bayones, lidiados en Cuéllar, siete en total y que pudieron ser ocho, aunque no sé de dónde iban a sacar otro toro, si el Presidente saca el pañuelo verde, mandando al corral, como debiera haber hecho, al burraco que estoqueó Javier Herrero, han dado muestra de flojera ostensible, como si hubieran ya trabajado y corrido antes a destajo.
Encima la injusticia vociferante fue tal que cuando el torero de la casa mató de estocada entera al inválido burraco de los Bayones, bastantes espectadores pidieron la oreja para el del pueblo, exhibiendo sus pañuelos, que, pese a sus escasas intervenciones, sabiendo lo que podía venirse encima debería haber despachado antes sin sacar a los medios al animal, echando a los espectadores contra el palco. El Presidente aguantó estoico el chaparrón de la chifla y los improperios de la gente y además viendo las irregularidades que sucedían por el callejón de la plaza con el delegado de la autoridad, un nervioso guardia civil que iba de allá para acá con algunos profesionales.
A todo esto se añade la lluvia en forma de tormenta que descargó en varias fases de la corrida. La primera tras la muerte del primer ejemplar de los Bayones, después con la devolución del inválido tercero y un chusco del tendido con vozarrón pidiendo música. De nuevo la salida del sol y el arco iris en el cielo y al banderillero Alberto Román de la cuadrilla de Javier Herrero el toro se lo echó a los lomos, al intentar clavar el par de banderillas, dándole una paliza de tente y no menees, aunque solo quedó rebozado de arena, agua y barro. Tras el susto, clavó con pundonor los rehiletes de nuevo.
Víctor Barrio ha sido el único diestro que ha tocado pelo en esta tarde increíble por rara, extraña y con todos los complementos circunstanciales hechos realidad. El torero se descalzó y doblándose por bajo con el de los Bayones logró someterlo y torearlo por ambos pitones con poderío. Luego se dio el arrimón cruzándose a pitón contrario y tomando la franela con la mano izquierda le dio tres buenos naturales. Logra una estocada entera y el público premia su faena con la petición de oreja que se le concede…y en ese instante paró la lluvia y salió el sol. Otra cortaría al del cierre del festejo, obteniendo una puerta grande algo descafeinada.
De Manuel Escribano decir que el hombre lo intentó con su lote, animales que difícilmente se sostenían en pie si les bajaba la muleta. Además pasó un quinario con los aceros pinchando hasta seis veces antes de descabellar al primero de le tarde.
El local Javier Herrero que vió como uno de sus peones era alcanzado por el toro en un par de banderillas, brindó al público y a Conchi Sanz, una mujer que estaba en el tendido autora de la letra de su pasodoble, pero poco pudo hacer ante la escasez de fuerza del animal. Por la derecha le sometió en algunos momentos con cierto esfuerzo, logrando terminar con la vida del ejemplar de estocada trasera.
En fin, tarde para olvidar, pero sí para analizar y recordar: Es muy complicado lidiar los mismos toros que se encierran por la mañana y que presentan indudables bajones en su acometividad por aquello de la paliza de varios kilómetros a que les someten, lo que redunda en perjuicio del espectáculo taurino, siendo un fraude para quien compra su entrada.
En su sitio el Presidente de la Corrida, un estoico casi de la escuela de Séneca y Zenón de Citio, aguantando el chaparrón de agua y de voces, que hoy bien se ha ganado el poco sueldo que se le abona.
Plaza de toros de Cuéllar.
Media entrada escasa. Toros de los Bayones, sin fuerza, nobles, para Manuel Escribano, silencio y silencio. Javier Herrero, aplausos y ovación y Víctor Barrio, oreja y oreja. Diversos incidentes que no llegaron a más y protestas del público por el juego del ganado.
Jose dice
No lo entiendo, creo que el delegado nunca a permitido ninguna irregularidad. Acaso usted sabia lo q había pasado o sucedido en el callejón??. Un diez para este señor que siempre estuvo encima de los profesionales y se ha ganado el cariño y respeto de casi todos que aman este mundo del toreo.