El orgullo torero de los pueblos de Valladolid ha llegado a Íscar, la Villa piñonera que quiere dar a uno de sus hijos a la causa de la Tauromaquia. Ya se verá si con buenas o mejores actitudes y formas. Antes Rioseco, el gran vivero de los toreros vallisoletanos tanto de oro como de plata, ha echado a la historia nombres y de distinción y recuerdo. También Medina del Campo con Blázquez «El seda»; Pedrajas con Fernando Merino; Sieteiglesias con Raúl Alonso; Alaejos con Pablo Santana; Mojados con Santiago Luguillano; la Nava del Rey con Juan Calleja o «Suso» González; La Seca con Jorge Manrique… En fin, una pléyade incontable de personas que dieron su vida, su juventud y su deseo a la causa taurina. Ahora viene un elenco de jóvenes, bien es verdad que cada vez más pequeño en comparación con otros años de bonanza y de mejores aires para la fiesta arreando en los ruedos donde se les deja mostrar su tesón, su arte y su forma de lidiar y fajarse ante un toro bravo.
Es ahora Íscar quien quiere poner encima de la mesa a uno de los suyos: Darío Domínguez que debutó con picadores en la primera novillada de la decimonovena edición de la Feria taurina Trofeo ‘Piquillo de Oro’ de la localidad navarra de Lodosa, saliendo por la puerta grande al desorejar al que cerraba plaza, pese a la mala fortuna y cogida sin mayores consecuencias sufrida cuando iba a entrar a matar al primero de su lote. Aquel día Domínguez salió por la puerta grande con su compañero de paseíllo, el madrileño de raíces navarras Antonio Catalán ‘Toñete’ a quienes ya vimos torear juntos en el coso vallisoletano de Olmedo.
Darío Domínguez que en un momento de su joven vida decidió colgar la bicicleta y echar mano de la franela y los trastos de torear, sustituyendo una actividad deportiva por la arriesgada y dura profesión de alcanzar el grupo de elegidos vestido con un traje de luces, se ha preparado para este comienzo de temporada en el que tienen puesta la ilusión y la esperanza él mismo y cuantos le rodean, en especial su padre, que acompaña al novillero allá donde toree el hijo. No faltan los seguidores de Íscar como aquel animoso centenar de ellos que en dos autocares se plantaron el día de su debut con caballos en la localidad navarra de Lodosa y que aplaudieron y animaron al muchacho en todo momento.
Con Darío Domínguez he compartido algunos momentos de la lidia, mientras ambos seguíamos con atención las evoluciones de un festejo de toros y comentábamos lo que veíamos bien y por supuesto lo que se podía mejorar, para facilitar aún más la presencia de seguidores, de público y de personas orgullosas de la Fiesta. Especialmente aquella tarde en Pedrajas de San Esteban contemplando la evolución del «Piñón de España» para novilleros con caballos y el ansia que él mismo sentía por estar vestido de luces en el coqueto ruedo de la Villa pedrajera.
Íscar y a la cabeza su regidor Luis María Martín, los tenientes de alcalde Jesús García y Alfredo Muñoz, sus vecinos, familiares y amigos quieren ver que allí puede romperse el dicho de «nadie es profeta en su tierra» por este otro de particular cosecha «Íscar respeta y apoya a los suyos con pasión y verdad».
El coso cubierto de la plaza acogerá la novillada de tres novilleros que quieren seguir adelante: Leo Valadez, Toñete y Darío Domínguez, los cuales se enfrentará a un encierro de utreros de Esteban Isidro y lo harán como en el romance, «A las cinco en punto de la tarde», la mejor hora para ir a los toros y no perderse este acontecimiento de nuevos retoños y nuevos bríos para la causa. Y aunque suene a tópico, nuestro mejor deseo es «suerte para todos», especialmente para tí, Darío.
Fotos: José FERMÍN Domínguez
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