Los chicos que pasan año tras año por el certamen de tentaderos que lleva el nombre de la Ciudad de los Almirantes, Medina de Rioseco, siempre guardan y atesoran pequeñas historias de su vida, pese a los escasos años de edad con que acuden al mismo. Podría parecer, y ello tiene su punto de razón, que al ser tan jóvenes los chavales participantes, poco es lo que aún pueden contar. Cierto. Ahora bien, ya sé qué muchachos tienen hambre para ser toreros y dedicarse a esta dura y complicada profesión. Por eso y para ello se preparan.
Este es el caso de Jonathan La Serna, un joven de Guadalajara que mostró una hombría, arrojo, superación y espíritu de lucha y sacrificio envidiables y dignos de reconocimiento el mismo día de la final, al ser prendido feamente por la novilla de Antonio Bañuelos, siendo desnudado prácticamente tras un ris rás más que eficiente del cuerno puntiagudo de la erala en el muslo del muchacho. Recuerdo que había mucho público viendo la jornada final del Certamen, incluso de personas venidas desde Vitoria y Pamplona que asistieron al acontecimiento, y que se temieron peores consecuencias físicas para el torero.
Otro en su lugar, al quedar con las vergüenzas al aire fresco de la paramera, delante de tanta concurrencia se hubiera tapado con los trastos y desistido de seguir toreando en esas condiciones a la novilla, dejando que el compañero continuara con la función. Pero no, al muchacho no le importó en absoluto estar despojado y con todo el turiferario machista al aire, para continuar su labor sin enmendarse, sin mirarse y ni tan siquiera ni mostrar preocupación vergonzosa.
Para recordar esto dejé escrito de aquel momento:
«Jonathan La Serna, de Guadalajara, un bravo y aguerrido novillero que se sobrepuso a la contrariedad del animal más grande y con trapío de todas las lidiadas. Una vaca que fue aplaudida al ir alegre al caballo tantas veces como se la colocó en suerte y que luego embistió incansable, sin abrir la boca, a la muleta del chaval. Un descuido y la vaca le mete el pitón desgarrándole el pantalón campero de arriba abajo. Jhonatan, sobreponiéndose a la contrariedad y tras remendarle con unos esparadrapos el desgarrón, se puso de nuevo a torear incluso con un chal salvador que le dejaron para taparse las vergüenzas que quedaron al aire fresco del páramo. El de Guadalajara, sobreponiéndose, enjaretó a la novilla dos series más que fueron muy ovacionadas por el público. El Jurado le valoró con 42 puntos, obteniendo las puntuaciones de 10, 8, 8, 7, 9.»
Luego el tiempo y el verano hizo que Jonathan , de la Escuela taurina de Madrid, toreara en diversas citas, ante erales, en novilladas sin picadores con desigual fortuna. También participó en el certamen de novilleros «La ribera de Tajuña» toreando dos ejemplares de Baltasar Ibán el pasado 8 de agosto, formando terna con Francisco Damas, de la escuela de Valencia, y de David Garzón, de la Escuela de Madrid, en una faena muy voluntariosa y valiente.
En las instantáneas de José Fermín Rodríguez diversos momentos de aquella inolvidable y esperanzadora mañana jugada en la Cabañuela, dando lo mejor de sí mismos un selecto grupo de seis muchachos que encandiló al público, le hizo disfrutar y, sobre todo, mostraron maneras de querer ser toreros, y uno de ellos se llamaba Jonathan La Serna.
Deja una respuesta