Hace varios años que me encontré con Jorge Sahagún Ares, un novillero de Villafrechós, localidad vallisoletana a la vera de Rioseco y que tiene por patrona a la Virgen del Cabo, en cuyo honor corren vaca enmaromada el 8 de septiembre. No es de extrañar que más de un muchacho despertara a la incertidumbre del arte de torear en estos lugares de pueblos castellanos en los que se corren toros y novillos para deleite de la afición. Tal es el caso de Jorge, un joven novillero que trata de llevar su toreo por aquellos pueblos, pocos la verdad, en donde le llaman y que pide que le dejen expresarse pues él mismo dice estar seguro de encajar en más de un festejo como anillo al dedo.
Bien es verdad que las extraordinarias dificultades por las que toda actividad taurina atraviesa como consecuencia de trabas, oposiciones, zancadillas y desengaños hace que muchos de estos chicos que han querido y quieren ser toreros no puedan mostrar ni su arte, ni su calidad, ni su expresión ante la cara de un toro, de un novillo o de un eral cualquiera.
A Jorge lo conozco ya varios años desde que estuviera por la escuela de Rioseco dando sus primeros muletazos y participando en novilladas sin picadores, antes más habituales que ahora. Él ni ha perdido su ilusión ni sus ganas, bien es verdad que siempre enfrentándose solo y sin compromiso a los avatares comprometidos y difíciles de la lidia.
Recuerdo un año en que lo vi torear en Morales de Toro, en Olmedo, en Villanueva del Conde… y en algunos pueblos participando en la dirección de lidia. Hace unos días coincidí con él en Mayorga de Campos, a donde había asistido para presenciar el festival taurino programado por Jorge Manrique. Allí, el muchacho me habló de su repetición en Marbella, una vez más tras el percance que sufrió su mozo de espadas «el picias» al saltar al callejón un novillo y de las ganas y preparación con que afrontaba esta nueva etapa en su vida torera.
«A ver si escribe usted algo de mí, me dijo en voz baja, y la temporada que viene para que la que me estoy preparando concienzudamente, física y artísticamente y que la gente se fije en mi toreo».
Jorge Sahagún, el torero de Villafrechós, aunque grita de momento en el desierto, espera que ya llegará el día, como le dicen, animando, muchos de quienes le conocen. Tú torero, sigue en el esfuerzo y en la preparación, sin aburrirte, y seguro que alguna vez llegará la llamada. Te lo deseo fervientemente.
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