Durante el paréntesis hasta la apertura de la nueva temporada, la llegada de nieblas y fríos del invierno traen la pausa a las ganaderías, echándose de menos los ajetreos de idas y venidas de camiones cargando reses, de gentes visionarias, ojeadoras y revisadoras sobre las hechuras, cornamentas, estados, redondez y adecuación de un toro de lidia preparado para tal o cual maestro que debe enfrentarse en esta o aquella plaza. Lo cierto es que la obligada presencia de profesionales y gazpacheros acompañantes se ve truncada por el tiempo del calendario, aunque la actividad agropecuaria siga día a día y momento a momento planteando trabajos y mejora a los titulares de las explotaciones ganaderas.
Hoy marcado de becerros, mañana saneamientos, dentro de unos días colocaciones en cuarteles nuevos con forraje y pastos, después reparaciones en corraletas, tapias y paredones si da tiempo a ejecutarlo, control de parideras… en fin toda una amalgama de dedicación para que la ganadería prospere sana y pujante.
Cerradas las puertas de las plazas de toros y a la espera del descorrer una vez más los cerrojos, los aficionados dedican parte de su tiempo a las charlas y tertulias en peñas y agrupaciones con el análisis de vivencias pasadas, en las que suelen siempre intervenir toreros, novilleros, ganaderos, rejoneadores, subalternos, profesionales y periodistas en una palabra que exponen sus puntos de vista, relatan vivencias y sucedidos y mantienen en cierta manera encendida una lamparilla de esperanza por la fiesta de toros. Son tardes de salón, nunca mejor dicho, cerradas a la inclemencia meteorológica en donde suele hablar más de la cuenta la espontaneidad, entre argumentaciones más o menos afortunadas, mejor o peor acogidas, ligereza de razones, tan recurridas siempre por los expertos taurinos.
Sobrepasan muchas veces en estas charlas el ponerse de perfil ante los hechos que deberían analizarse con mayor rigor y profundidad, como son las actuaciones y relaciones con la administración política, la gerencia, llevanza y organización de espectáculos, la búsqueda de soluciones a tantos y tantos problemas como se plantean en esta actividad artística y arriesgada; el emprender acciones directas e indirectas, colaboradoras de la causa taurina y en definitiva hacer un poco mejor las relaciones humanas entre cuantas personas de lo más diverso y variopinto intervienen en estos menesteres, aunque tampoco hay que olvidar la apertura del sentimiento y del corazón a la actividad, tal y como ella misma encierra en su propia raíz y origen.
En definitiva, charlas que empiezan, que van y vienen para entretener, pero también para seguir uniendo cabos, estrechando lazos de amistad y divulgar, fomentar y expansionar como merece la fiesta de toros. Luego, el que más sepa que más diga y quien más pueda, que más haga.
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